Me llamo Rafa.
Tengo treinta y tres años (¡¡La edad de Jesucristo!!" grita alguien al fondo)
Y hoy...
Hoy...
He entrado en un Women´s Secret...
..Solo.
Bueno, para ser sinceros no ha sido exactamente hoy: hoy lo que he hecho ha sido volver. De hecho, fue la semana pasada la primera vez que fui, pero como la actualización se me pasó, lo dejamos en hoy. Y ahora, acalladas las voces de los puristas, seguimos.
¿Soy el único que piensa que los bikinis, puestos así
parece que están deshuevándose de risa?
Efectivamente, iba bajar al centro y, como últimamente Eva no tiene tiempo pa ná, me tocó ir a por un sujetador para ella, ya sabéis, de los prenatal. Sin aros, de tacto agradable y, a ser posible, negro. Lo de negro me rechina un poco.
–Joer, nena... ¿negro?
–Sí, negro. ¿Precisamente tú te vas a quejar de que lo quiera negro?
Touché. Hasta hace relativamente poco lo único “no-negro” que había en mi armario eran algunos calcetines... grises... y porque me gusta llevar uno negro y uno gris en cada pie. Aún así... negro...
–Hija, que estás embarazada. A ver si la gambita nos va salir fan de Tokio Hotel...
Eva hace un gesto con la mano.
–Saldrá escuchando Metallica, como su madre -me dice, jactanciosa.
–Sí, claro, si algo nos ha dejado claro la historia es que los hijos se vuelven locos por imitar los gustos de los padres –refunfuño.
Eva se ríe.
–¿Qué refunfuñas por lo bajini? Pareces tu padre con el cachondeo.
–Que nada, que negro, pero que si luego nos sale emo... las llantinas y las "abismaciones" te las comes tú solita, que los sepas.
Y como no había más que decir, al día siguiente me tocó ir al Ahorramás a por pechuga de pavo y luego al W'S a por un sujetador... negro. Uhm... pechugas y sujetadores... esto empieza a parecer una película americana para adolescentes.
Y aquí estoy yo, con mi bolsa de raqtia...rafti...rafta... Bueno, con mi bolsa cargada de papas, zumito de naranja, espinacas y, por supuesto, pechuga de pavo, cuando a pocas calles del W'S me encuentro con Jesús, todo un señor, compañero de reparto en las pelis de Tomás y un actorazo como la copa de un pino.
–¿Qué tal Jesús?
–Pues aquí, esperando a unos amigos que hasta dentro de un rato no llegan.
–Vaya...
–Si quieres te acompaño para hacer tiempo, ¿a dónde vas?
–Pues... al Women´s Secret, a cambiar un sujetador.
–Ahm.
Sí, ya, no suena bien. Los dos nos sumimos en un silencio incómodo y contemplamos la imagen que nos devuelve el cristal de un escaparate. La mía: la de un tipo calvete con barba, camiseta negra Ecko Ultd. gafas de sol de piloto y las constitución física de un lavavajillas japonés. A mi lado, Jesús es el señor que es, ese abuelete elegante y majo que todos habríamos queridos tener cuando éramos niños.
Aunque claro...
–Rafa, mejor que lo dejemos para otro día –Concluye mi amigo.
–Toootalmente de acuerdo. Con uno de nosotros, ejem, allí es más que suficiente.
–No creo que estén preparadas para dos.
–No.
–Aunque podría dar para una película...
–Quedate con esa idea –le aconsejo mientras me dispongo a entrar en el sitio más incómodo a este lado del planeta.
Vale, aquí hago un inciso. Soy, o al menos me considero, un tipo moderno: me sé de memoria nombre, tipo y marca de las... medidas que Eva usa en esos días, nunca tuve problemas en jugar al elástico con las niñas de pequeñito y, los días en los que estoy lúcido, hasta puedo desabrochar un sujetador con una sola mano. Pero eso sí, lo de las tiendas de lencería / almacenes de ropa interior femenina / mercerías, me supera. Tenéis que entender que todo hombre entra, por primera vez, en ese tipo de antros algodonosos de la mano de su madre, sufre las miradas reprobatorias del resto de clientas mientras le da un berrinche porque nada de lo que hay ahí le interesa (de chiquitito, estamos hablando. Luego sí que hay cosas que nos interesan) y, para más inri, sufre la traumática experiencia de tener que entrar en el probador con su madre y quedarse fuera, agarrado del bolso, mientras del interior del probador provienen sonidos de lucha encarnizada con las ballenas de la faja, duelos a muerte con las tallas y guerras mundiales entre diferentes secciones mamarias al completo. Y no me hagáis hablar del milagro de la separación del mar muerto reconvertido en flotador de invierno...
Y todo esto sólo de chiquitito, porque después, de adolescente, cuando tu madre te repite la jugada pensando que sigues siendo un niñito, el resto de clientas -conscientes de que tú ya de niñito, ná de ná-, te ponen cara de "a ver, guarro, cómo me mires te sacudo, que todavía eres maleable". El resultado es que uno termina cogiéndole una tirria tremenda a estos sitios, por mucho que, teóricamente, deberían ser un paraíso para los tíos.
El caso es que ahí estoy yo, delante de la puerta y con cara de póker, con las gafas de sol en el cuello de la camiseta, pa que nadie piense cosas raras, las gafas de ver también en el cuello de la camiseta, pa que nadie piense cosas raras, y tratando de recordar las horas de entrenamiento entrando en W'S y Oyshos en compañía de Eva.
"Coño, Rafa, tú puedes. ¡Recuerda el Alamo! Espera, Uhm... ¿el Álamo fue en USA o en Gran Bretaña? Fue contra los indios... ¿no? ¿Ahí estaba David Croquet? Ay, hablando de Croquet, qué ricas las croquetas de jamón de mi madre... Bueno, mejor no recuerdes el Álamo y limítate a tomar aire, que ahora me ha entrado hambre. Venga, a la de una, a la de dos y... Aumph!"
Entro, y como es la primera vez que lo hago solo, me aferro al anillo de casado y lo enarbolo como si fuera una espada, enseñándoselo a todo el mundo "eh, mirad, no soy un Satirón, estoy casado y estoy aquí buscando algo para mi esposa". En tierra enemiga y dependiendo tan sólo de ese anillo para protegerme, me siento como el puñetero Frodo Bolsón en Mordor, aunque él al menos tenía a Sam. Ay, tenía que haberle dicho a Jesús que me acompañara...
Pero ya es demasiado tarde: la compañía del anillo ha quedado reducida a uno, y tengo que encontrar el jodido sujetador negro de premamá de Saurón o las cosas van a estar muy jodidas en La Comarca.
Oh, no, estoy empezando a flipar.
Sorprendentemente, algo más relajado, la primera impresión no es mala del todo. Huele bien, condenadamente bien, como a dulcecito con un toque de almidón, como a lavandería de hospital después de que alguien haya ingresado a veinte algodones de azúcar con vértigos y dolores de cabeza. La música suena, y no es mala, algo del tipo Loving you o algo así. Ay, qué tonto me estoy poniendo... me dejo llevar por los aromas delicados, por las notas suaves y los colores combinados de forma encantadora, sintiéndome más seguro, más libre, más feliz... Hasta que la típica vieja hija de puta que nunca falta me mira desde la esquina con cara de malas pulgas y expresión de "te has equivocado de sitio, amigo".
Como no estoy para charlas a lo Cleant Eastwood, por muy expresivas que sean, me bajo de mi nube y me dirijo a la línea de cajas, no sin antes cagarme en la vieja que me acaba de cortar todo el rollo.
La chica de la caja me mira. Yo la miro y la saludo. Llego a dos conclusiones:
1.- El buenos días está sobrevalorado: cada vez me responde menos peña cuando saludo.
2.- Las cajeras del W'S están sobrevaloradas. Cuando vas sin compañía te das cuenta de lo feas que pueden llegar a ser. Al menos esta lo es.
–Mira –digo saltándome el usted porque un sólo vistazo me deja claro que eso va a ir de "tus", "caris" y "miracielos"–, estoy buscando un sujetador de premamá...
–Claro, ven por aquí, cari.
¡Lo sabía!
Me lleva por un laberinto de pasillos y estanterías y yo trato de no mirar a ninguna de las clientas, hasta que mis ojos se paran en palabras como tangas, bragas, sujetador... Mis pupilas, al saberse sin escapatoria posible, tratan de mirarse la una a la otra, lo cual es bastante jodido, y termino bizqueando un poco.
–¿Te encuentras bien? –me pregunta la dependienta.
–Sí, claro, yo...
–Mira, cielo. Por aquí.
La guía de la tienda me abre camino por sendas desconocidas para el hombre entre estanterías de triquinis y cajas de productos de saldo. En un rincón, unas formas extrañas y anodinas, transparentes, como de gelatina, me observan desde su atalaya. Dos mujeres aparecen de la nada y agarran a esas pobres criuaturas, colocándoselas sobre el pecho.
-Mira -le dice una a la otra- con esto te quedará mejor el traje.
La polla.
Recuerdo la historia de un amigo que conoció a una chica en la feria y, al día siguiente, el ochenta por cierto de la muchacha estaba desperdigado por la habitación entre rellenos, medias adelgazantes, pestañas postizas, porcelanas, buttonbrá y extensiones. Aún así a él le había dado fuerte, así que intentó que se vieran de nuevo. Lamentablemente ella le dijo que no: se sentía engañada al descubrir que él no era abogado, sino secretario.
Aish, la vida...
Me alejo de las tetas falsas, perdón, "ayudas para que el vestido quede mejor" (fijo que si un tío usa una de esas “ayudas” para que el pantalón “le quede mejor” no vuelve a mojar el churro ni en ferias) y continúo mi camino.
Soy el primer explorador que llega hasta tan lejos, el primer hombre blanco que pisa estas cimas, pero la expedición se está cobrando su factura. El calor hace mella en mí y empiezo a sudar. ¿Cuánto tiempo llevamos aquí? ¿Horas? ¿Días? En verdad apenas unos segundos, pero es que soy tirando a exagerado.
-¿Dónde dices que están los sujetadores?
-Allí, detrás de los rellenos, a cinco kilómetros oeste de los tangas.
-Ya... pues tampoco te hacen mucha falta, ¿no?
La guía me señala el Templo Maldito, el Arca Perdida, el Monte del Destino y el triángulo de las Bermudas, todo a uno y por el mismo precio reconvertido en un altar de pureza impecable en el que habitan, si no sueñan, los elegidos: un puñado de sujetadores blancos.
–Esto... ¿no los tendrán en negro?
La dependienta me mira como si acabara de acuchillar salvajemente a toda mi familia con el cuchillo de untar mantequilla.
–¡¿Negro?! –ruge– ¿¡¡Para una embarazada!!?
Pongo las manos ante mí.
–Eh, eh. No mates al mensajero, nena, sólo soy un mandado...
Y como para demostrárselo, la enfoco con el anillo al más puro estilo Capitán Planeta.
–¡Escupitajendulus! –le suelto, muy mágico yo, eso sí, pero incapaz de recordar el “expeliarmus” de Harry Potter.
La magia que desprende mi reliquia parece calmar a la indígena asilvestrada, pues pone los brazos en jarra y se limita a mirarme como si le diera una mezcla de pena, asco, dolor de tripas y morbillo, aunque puede que lo último sea doble ración de dolor de tripas y yo lo haya malinterpretado.
–Sólo los tenemos blancos para premamá –me dice.
Yo me pongo contento, porque en el fondo el blanco me da morbillo y lo único blanco que entra en casa es la leche Muuu semidesnatada, la baratita del Ahorramás, que está bien rica.
–Pues blanco entonces –respondo–. De la cien C.
–¿Qué talla?
–Ehm... –leo arriba, por si acaso, y compruebo que sí, que ya se la he dicho. Lo repito por si las moscas– La cien C.
–Cien... uhm... ¿Ella cómo tiene el pecho?
–La cien C –repito por toda respuesta.
–¿Grande o pequeño?
–La cien C –dale, otra vez, a ver si lo pillas, pequeña bailarina de streep-tease coreana
–A ver si no le va a quedar bien...
–Dame la cien C y si no ya lo cambio –aventuro.
La dependienta se lo piensa.
–Mira, llévate mejor una 95 C y una 100 B, que total, la segunda mitad está a mitad de precio, y si eso...
–O mejor dame la cien C –respondo por mi parte, “y yo intentaré no golpearte la cabeza repetidas veces contra el puñetero cajón de los sujetadores de saldo” añado para mis adentros.
–La cien C, ¿eh? Uhm... ¿Tiene usted tarjeta Wow?
(Pregunta que me hago: ¿Por qué te tutean con todo pero cuando llega el momento de la promoción usan el usted? )
–¿Lo qué? -esta me ha cogido con la guardia baja.
–Tarjeta de clienta Women's Secret –canturrea.
–Ahm, sí... creo que la llevo en el sujetador –le digo con amabilidad mientras le pongo cara de "váyase usted a tomar porlojete"
Finalmente salgo de allí con una cien C y una cien B "por si acaso". Cien B que, una semana después, tendré que volver a cambiar. El olor a dulcecito se me escapa mientras camino de vuelta a casa; la música dura lo justo, hasta que vuelvo a conectarme los auriculares con el Moskaou cantado a coro por Ramstein-Tattoo. Cambio la canción al "I´ve got you under my skin" Frank Snatra con Bono, el de U2, y con esta mezcla explosiva vuelvo a casa.
He derrotado a la bestia. he salido vivo del W'S. Un poco más viejo y un mucho más sabio, y con dos sujetadores blancos, aunque eso sí, sin aros.
Abrazos y perdón por el tostón ^_~!!
jajajajjaj
ResponderEliminarMenuda odisea...la única vez que entró mi chico conmigo al Women Secret fue para comprarme un conjuntito muy mono de color negro con calaveras blancas...que ya no me vale...:-(
Ahora mis conjuntos me los compro en el New Yorker(son más baratos)...él está delante siempre, pero nunca le he mandado solo a por sujetadores...umm...tendré que probarlo...xD
Y lo de no haber sujetadores de premama en negro no me ha gustado...que es que las góticas no tenemos derecho a usar premama ;-)
Y que prefieres que te salgan los niños emo o pijitos barbies y kens superficiales???
Yo no hace falta que conteste verdad?? xD
Un abrazo,
Rebeca.
jajajaja!! De tostón nada! Me parto con todas y cada una de tus lineas, joío!! Mando yo al Manolo al WS y me trae 6 sujetadores cada uno de un color porque de exagerao es lo que no hay en los escritos jajaja!BESOS!
ResponderEliminarcomo dice rebeca me parece mal que no haya sujes negros para embarazadas. y lo de las dependientes es cierto, nos tienen que encasquetar lo que a ellas les venga en gana hombre!
ResponderEliminarno se si tendras un H&M cerca de casa, sino te lo aconsejo. ademas de ser la ropa interior mas baratita tienen mas tallas y por lo menos a mi, me gustan mas los modelos.
un saludo
http://www.youtube.com/watch?v=beMA3bIoo9I&feature=related Esto va para tu mujer y tu gambito, que lo necesitan, o lo necesitarán (tienen también el de nirvana y los Ramones!).
ResponderEliminarEsa es una de las razones de cuando compro, mi primera respuesta automática a las chicas es "estoy mirando", porque si las das poder, te colocaran lo que sea aunque no lo necesites.
No tienes una cuñada/hermana/mejor amiga que te pueda ayudar en estas cosas? Normalmente pierden poderes frente una chica. Yo lo digo para evitarte el trauma.
Besotes
1: ¿porque una embarazada o puede llevar sujetador negro,pero si uno super flower power?
ResponderEliminar2: ¿que parte de 100C no pillaba la dependienta?
3: Cuando le digo a mi chico que me acompañe de compras es como si le llevara a la feria...sabe que mas de 10 minutos en una tienda y ya me dan taquicardias y de paso se recrea la vista con las dependientas...jajajaja
Después de que en una perfumería,comprara yo un esmalte negro y la dependienta me soltara: Negro! que atrevido no?? ¿?¿?¿?¿? O_o ....¿y llevar un escote que me permite contarte los pelos de debajo del ombligo que essssssss?
Te acompaño en el sentimiento,pobrecito como debiste sufrir...
Por cierto,yo tambien tengo los 33 y cada vez que me dicen: mira,la edad de Cristo...contesto: ¿me estas diciendo que voy a morir yaaaaa?
jajaja,besosssssssssssss!!!!
jajajaja!!
ResponderEliminarmenuda odisea la compra del sujetador.....
aunque no entiendo porque si tu le dices bien claro la talla a la tía....en fin.....
Y yo no sabía que las premamás no podían ir de negro, de lo que se entera una.....
Cambiando de tema, muchas gracias por tu voto, y por intentar colársela a tus colegas, voy empatada con otras dos tías.....necesito almas caritativas jajajaja :D
besitos!!!!
http://eldiariodeshyris.blogspot.com/
xDDD por dios!!! ni para tanto!!! conste que a mi tambien me miran mal cuando les pido copas C... en plan "Nena, eso no lo tienes tu ni en sueños..." y luego es cuando le contraatacas con cara de"Fue a hablar la nadadora(nada por delante, nada por detras) de la talla que tendré yo!"
ResponderEliminarsi es que las del Woman Secret me estresan...
Mira que me he reido, y eso que estoy en la biblio xDD sigue asi!!!
bicos!
jajajaja muy bueno! Porque me pilla un poco lejos...habría pagado para ver semejante estampa!
ResponderEliminarUn abrazo,
Chatnoir
¿Por qué siempre hacen eso con la talla? Te he dicho la talla exacta, no me hagas probarme dos tallas menos ¬¬ (maldita dependienta prepotente de etam....)
ResponderEliminar¿Por qué no hay sujetadores negros para embarazadas? o.O
jojojojjo ¡ahora lo entiendo todo! Siempre me había preguntado el por qué de esa tensión masculina ante la frase "¡Uy, un Guomen Sicre, vamos a entrar un momentito!"... Supongo que es eso y la perspectiva de que el "¿pero no me hace gorda?" se multiplique por un millón xD. Total, si luego ya puede una llevar un hilo dental con pedrería como la braga-faja-sujetador-boina de la abuela, que tó dura lo mismo...
ResponderEliminarHacía tiempo que no comentaba, pero te leo, te leo! (y no me ofendí con las focas XD, aunque creo que todo es matizable ;))
Un abrazaco :) Anna
Jajajaaa lo que me he llegado a reir! Eres buenisimo! Mando yo a mi marido al W'S y me manda a mi a Albuquerque! jajajaaa.... Simplemente GENIAL!
ResponderEliminary....tienes algo en mi blog para ti....
ResponderEliminarEs muy interesante (me he enterado de que a mi abuela le gustaba un soldado de 24 años), pero al ser de la época de Hitler me da miedo lo que me pueda encontrar. :(
ResponderEliminarBesos
JAJAJAJAJAJAJAJA!!! Pero Rafa!!! De tostón nada!!!!! Lo que me he llegado a reir!!!
ResponderEliminar¿Pequeña bailarina de striptease coreana? Jajajaja!!! Siempre he pensado que si todos y todas diéramos rienda suelta a nuestros pensamientos todo sería más divertido, y dolorosa, pa qué negarlo!!!!
Me das permiso para usar algo de tu blog? Prometo que te gustará!!!!
Ahhh postdata! Yo no soy gótica pero me encanta la ropa interior negra, bueno, la tngo en todos los colores. Y de preñi ya también querré sujes negros!!!! No entiendo porqué no, en qué siglo estamos por Dioxxx!
ResponderEliminarjajaja Rafa, desde luego creo que efectivamente has sido cual explorador, que has llegado tan lejos!! Le digo yo a cualquier churri q me vaya por un sujetador y lista voy!!!!
ResponderEliminarY por cierto, creía que era común del género masculino el gusto por la ropa interior negra!!!
Oye, respecto a mi post, no he entendido lo q me has querido decir eh :@
besos
jejejejjejejejjejejejejjejejejejejjeje y mucho más de jejejejejejejejejejejejejejje. Tu mujer no tiene piedad, mi marido ni de coña se va a comprar un suje el solo,jejejejejjejejejeje.
ResponderEliminarPero claro cuando estaba embarazada puede ser que hiciera de todo, ya no lo recuerdo.jejejejejejejeje (yo sigo riendome por si no te has dado cuenta)
Me encanta como lo explicas con todo detalle, realmente nos haces vivir lo que has pasado,jejejejjejeje(sigo con lo mio)
Lo primero ENHORABUENA no sabía que ibas a ser papá es lo mejor del mundo ya lo verás.
Y dale un besazo enorme a tu mujer por conseguir que fueras a la tienda, se ha convertido en mi idolo,jejejejejejeje.
Un beso para ti también. Nos leemos :-)
Dios mio como me he podido reir....jajajajaja.
ResponderEliminarSi señor!!!! Saliste victorioso por mucho que le pesase a la dependienta!
Ole tu!!! Jajajaja
Y deja a tu señora parienta que vista de negro, hombre...jajaja
Un beso! Me suscribo!