lunes, 30 de mayo de 2011

Lo peor que te puede pasar, lo mejor que te puede ocurrir.

<<El agente Phelps, policía de incendios, mira con dureza a Jack Kelso, investigador de la fiscalía del distrito. Hay una larga historia entre los dos, una historia que comenzó en Pearl Harbour. Ahora la tensión puede cortarse con un cuchillo. Y todo por una mujer.
Como siempre.
Estoy embebido en la historia, tanto que mis dedos son apenas un apéndice de mi cerebro, fundido mi ser con el mando como si realmente estuviera ahí, a punto de sacar mi arma y hacer una detención más.
Pero el momento se difumina.
Eva sale del baño y me mira con el rostro lloroso. El juego pasa a un segundo plano, o quizá a un décimo cuarto, olvidada la pantalla como si nunca hubiera existido. 
Sólo son dos palabras.
–He manchado.
En mi cabeza suenan como si fueran una historia completa, una historia larga e interminable dividida en fascículos. Antes de que me dé cuenta estamos en un taxi, corriendo hacia el ala de urgencias del hospital en una carrera que empezó hace seis semanas y media. Una carrera que ahora amenaza con terminar antes de tiempo.
Duele.
Los labios están resecos y se niegan a hablar, así que son las manos las que con palabras mudas y apretones cariñosos tratan de comunicarse.
Ánimo.
Un guiño, una sonrisa tímida, un apretón. La garganta duele demasiado como para tragar saliva y el corazón late a toda mecha, acelerado, encogido, sumiso y sumido entre tinieblas... Yo, que me río de la muerte, que me enfrento a lo imposible, que jamás he temblado por nada. 
Yo... Estoy acojonado. Como nunca lo he estado. Como nunca pensé que podría estarlo.
Aunque por fuera lo oculto: Soy un incendio de serenidad, una tormenta de calma, una explosión de tranquilidad absoluta...
Llegamos al hospital. El papeleo se me hace insufrible pero Eva sonríe -sólo con los labios, por supuesto-, mientras saluda a antiguos compañeros y viejos amigos, infundiéndome paciencia con una mirada muda particularmente locuaz. Pasamos a la sala de espera pero nos quedamos en el pasillo. Ajenos. Distantes, incapaces de convertir en palabras los pensamientos que corren a mil por hora por nuestra cabeza, con una calma ilógica, absurda, superficial y embustera. Me siento como si acabara de fumarme dos gramos de viuda blanca cristalizada con magic flowers seed de regalo: Separado de mí mismo, lejano, como si no fuera más que un espectador situado detrás de mi cogote, observando cada átomo de realidad de esta película particularmente intensa pero que me resulta increíble por su obscena sencillez. 
La realidad tiene un nitidez imposible, brillante, como de fuera de este mundo: la rueda del carro de lavandería, el marco del letrero de la consulta, las soldaduras deficientes de la pesada puerta corredera del ala de reanimación... Todo brilla con una calidez insoportable, definidos sus contornos como si estuvieran digitalizados por el ordenador más potente del mundo. Las voces de los enfermeros no son más que ecos ininteligibles. Un amigo se acerca y nos da un abrazo ¿Antonio? Es posible, el pijama es verde. Sé que digo unas palabras, Eva también, aunque ni idea de lo que hablamos. Ahora entiendo a Pratchett, "la muerte no era etérea, sino sólida, mucho más que el mundo que le rodeaba; pues es el Disco, y no ella, el que es un sueño". 
Un yonki se acerca y nos pide un cigarro. Vaya mi nominación al lumbreras que puso psiquiatría junto al ala de gine. Me niego. Hoy no fumo. Eva tampoco, y esto es cierto desde hace ya dos meses. El yonqui mira el bulto del paquete de fortuna XL en mi bolsillo y alguien lo mira a él desde detrás de mis ojos. No sé quién mira pero es brutal y está enloquecido. El pobre muchacho da dos pasos atrás, asustado. En algún momento de mi vida habría sido una experiencia interesante.
Este no es ese momento.
Una chica entra en el pasillo. La traen tumbada en una camilla, llega llorando. Apenas tiene quince años pero lleva los antebrazos vendados. Trago saliva. 
Duele.
Los paseos de los enfermeros se nos hacen interminables. Nueve y media de la noche, hora de cena y relevos. Diez menos cuarto. Diez. Y uno. Y dos. Y cinco. Y diez. Y cuarto. Y media. Once...
Una rabia en llamas se apodera poco a poco de mí. Ellos hacen su trabajo tomándose sus pausas, tratando de aguantar su día a día, metidos hasta la cintura en las miserias humanas, sin que la tensión les obligue a mandar todo a tomar por culo y pegarse un tiro en la boca cuando menos te lo esperas. Lo sé, he convivido con eso, pero hoy mi paciencia y mi comprensión se han ido juntas de vacaciones para no volver en un tiempo. Eva me aprieta la mano, sabe mejor que nadie cómo funcionan las cosas, hasta hace poco ella estaba aquí, con su bata y su fonendo, tratando de superar la presión sin mandarlo a todo y a mí a tomar por culo.
Respiro profundamente...
Se escucha una voz:
-¿Eva?
Ella entra en la consulta y yo elevo la mirada al techo. Siempre he pensado que rezar es de hipócritas, que no debemos decirle a Dios cómo debe hacer las cosas, pero hoy elevo una plegaria a los cielos.
Por favor...
Soy consciente de los pijamas que pasan a mi lado intentando no verme, del vigilante que me observa desde la ventana del pasillo, del yonqui que ha conseguido un cigarrillo y vuelve del baño apestando  a adrenalina y tabaco. Y me da igual ese escenario de sueño perdido, porque en verdad estoy solo. La enfermera sale de la consulta tras una eternidad que ha durado siglos en apenas unos minutos y tira algo al contenedor biológico. Se me estruja el alma y, como no necesito ser fuerte, se me escapan dos lágrimas delante de los viejos compañeros de juerga sin que ninguno, benditos sean, venga a avergonzarme.
Dicen que en los momentos de estress la mirada se vuelve vacía y el mundo pierde su color en un laberinto de blancos y negros, es después, el recuerdo, el que pinta de color la escena. Si esto es cierto, mi visión es ahora la de un perro. Un perro errático y sin dueño.
El llanto silencioso dura poco, apenas un suspiro. Entra una nueva camilla en el pasillo, la muchacha, veinticinco o veintiséis, tiene el rostro amoratado, los brazos lánguido y la cara llorosa. Está de treinta semanas y alguien, me arde el pecho al escucharla, le ha pegado en la barriga. 
¿Quién?
No se acuerda...
Y ahora sí, lloro en serio. En silencio y sin lágrimas pero con el corazón roto, partido por la desgracia propia y por la de ese bastardo hijodeputa capaz de acabar con su propia vida a golpes con quien más le quieren. Inútil descerebrado e incapaz, pasto del fuego en el mejor de los casos. Cabrón. Por segunda ven en esa tarde, por segunda vez en años, vuelvo a rezar.
Quiero verle entrar en el pasillo, quiero que se acerque a ella, quiero tenerle a tiro y destrozarlo.
Los vigilantes han debido pensar lo mismo, pues han formado un cordón en la puerta a la espera de que llegue la pasma. La chiquilla de psiquiatría llora. El yonqui se ha dormido a mi lado. La mujer de la camilla está tan rota que no puede ni gemir. los enfermeros hablan de fútbol mientras esperan para entrar en acción, tratando de aguantar la crisis de la mejor forma posible sin reventar. 
Pero ya no hay tiempo para eso. Eva sale de la consulta y me abraza.
Sólo son cuatro palabras pero para mí son la historia del mundo.
–Le late el corazón.
Y ahora río. Con lágrimas y entre sollozos, porque ya no necesito ser fuerte, río. Quiero darle mi tabaco al yonqui, quiero abrazar a la niña, quiero ser apoyo para esa madre maltratada, pero ya estamos en la calle y alguien se ha encendido un pitillo. Todo apunta a que he sido yo. Intento buscar a ese cínico inaguantable, a ese maestro del nihilismo que vive siempre en mi cabeza, pero la puerta de su despacho está cerrada y dentro se escuchan ruidos de fiesta. Y como no está y parece estar pasándolo bien, aprovecho para ver la primera foto de esa pequeña gambita, de ese enanito que sin ser ya gatea por nuestras vidas convirtiéndonos en meros extras de su protagonismo absoluto. Seguro que si viera la eco cierto gerente de supermercado diría que es un langostino. Y de los enormes. Risa floja...
Son las once y media de la noche, aunque lo mismo podrían ser las doce o las tres de la madrugada. La ciudad duerme, el cielo está oscuro. Allí, a lo lejos, las nubes espesas se iluminan al ritmo de los relámpagos de una tormenta eléctrica. Cruzamos una zona de campo a oscuras mientras Eva habla con sus padres. Yo le abro camino. Señor Livingstone, supongo...  Las telarañas se enredan en mis brazos, las amapolas acarician mis pies en chanclas, los murciélagos chillan en lo alto, cazadores silenciosos de esos mosquitos que tanto joden, y a lo lejos sigue estallando la tormenta, como un aviso, como un guiño, como un "tranquilo, majete, ten fe".
Yo sonrío como un idiota y fumo un cigarrillo tras otro mientras Eva, la gambita y yo, volvemos a casa.
...
Gracias. 
Y este ha sido tan sólo el primer susto...>>

Pues sí, esto significa... lo que significa: que Eva y yo somos padres y, si Dios quiere, el veinte de enero de 2o12 tendremos a una pequeña gambita (o gambito, pero no el de los X-Men, eh? Hellen?) correteando por casa y volviéndonos locos para el resto de nuestra vida.
¿No es precioso? Y este sólo ha sido el primer sustito, la primera broma de las muchas que nos tiene guardadas el pequeño mamoncete o la pequeña bribona...
Espero que comprendáis por qué he estado tan sensible últimamente, y es que tengo las hormonas disparás... ¿o esa era Eva? Sea como sea, gracias por haber llegado hasta aquí ^___^.

Frase el día:
"Desconocemos el amor de los padres hasta que tenemos a nuestro propio hijo".
Henry Ward Beecher. 

domingo, 29 de mayo de 2011

La última locura de Leyre Pequeña Paja: La ley "Mordaza".

Vale, voy a dar un par de días de descanso a esto, que estoy muy cansino, tenía pensado no escribir hasta el martes o así pero algunas cosas claman al cielo. Por eso no estoy sentado en el jardín disfrutando del ruido del agua, el frescor de las flores y el picar de las avispas cabronas... y la culpa de todo la tiene el nuevo proyecto de ley de Pajín, la amiga de los niños: La Ley de Igualdad de Trato o Ley Mordaza.
Agarraos porque vienen curvas...
Y es que sí, cuando ya todos pensábamos que el gobierno de España estaba dándose cuenta de la pésima gestión de los últimos años, cuando cualquiera diría que se han dado cuenta de que las cosas hay que hacerlas con cabeza y respeto hacia los ciudadanos que dan su confianza, el Imperio contraataca con más fuerza y más poca vergüenza que nunca:

                                          -Siento una perturbación en la fuerza                                                                
                                     -Es la Pajín, que está con otro proyecto de Ley.
                                     -Su padre...

El pasado viernes el gobierno central aprobó el anteproyecto de la Ley de Igualdad de Trato, una normativa que pretende someter todos los ámbitos de la vida a los caprichos obscenos de este gobierno absolutista y una nueva demostración que los términos “estado de derecho”, “democracia” y “Constitución española” no son más que palabros sin sentidos para estos señores a los que les quedan dos telediarios y un especial de fin de año con Ramón García.

-“¿Constitución? Pues tirando a porcina, ¿no?”

Para no comeros el tarro con la ley, que podéis leerla aquí, os la resumo un poco: 

El art.1 señala que la norma "regulará los derechos y obligaciones de las personas, físicas o jurídicas, públicas o privadas (es decir: tó quisque)" y que, según el art.3 "se aplicará a todos los ámbitos de la vida política, económica cultural o social" (es decir, en todo momento excepto cuando estás en el baño con cara de esfuerzo. A no ser que estés con el móvil o te escuchen los vecinos, en cuyo caso también entras dentro de dichos supuesto) para culminar el art.4 "queda prohibida toda conducta, acto criterio o práctica que contravenga los conceptos de discriminación que contempla esta ley". O lo que es lo mismo: Cualquiera en cualquier momento tiene que andarse con ojo: ya esté escribiendo en su blog, mandando un sms, dando una clase, comentando algo con unos amigos, hablando por teléfono o, simplemente follando, tiene que cumplir los preceptos de no discriminación.

¿Y qué es lo que no debemos discriminar? Os preguntaréis. ¿Acaso no había una serie de artículos (del 14 al 18, creo recordar) de la constitución que hablaban ya de eso? Pues no, coleguitas. La consitución dice aquello de que nadie puede ser discriminado por razón de lugar de nacimiento, sexo, religión y alguna que otra, aunque todos sabemos que es mentira porque el mismo gobierno que obliga a una chica a quitarse un sari en clase, siendo éste una demostración religiosa, también obliga a un profesor de colegio religioso a no hablar de religión y a contratar al mismo número de hombres que de mujeres aunque en la empresa ya hubiera mayoría femenina y haya que echar a la mitad a la calle (qué bien lo haces, Zapa, pisha). Así que ahora, para que nadie (excepto ellos) incumplan todo esto de la discriminación, el art. 2 dicta que se considera punible cualquier acto, criterio, opinión, acción u omisión que pueda considerarse discriminatoria "por razón de nacimiento, origen racial o étnico, sexo, religión, convicción u opinión, edad, discapacidad, orientación o identidad sexual, enfermedad, lengua o cualquier otra condición o circunstancia personal o social”. 
La repolla...

¿Y quién se va a encargar de regular esto? os preguntaréis. Pues nada, yo os lo digo y que nadie se preocupe porque el gobierno, fiel a su tradición de hacer las cosas a dedo, nos propone en su art.37 la creación de una “Autoridad independiente para la Igualdad de Trato y la No Discriminación”, definiéndola cínicamente como una “autoridad independiente” añadiendo el punto 4 del Art.38: “El nombramiento de la persona titular de la Autoridad para la Igualdad de Trato y la No Discriminación corresponderá al Gobierno mediante Real Decreto”. O sea, que vamos a tener una autoridad "independiente" que va a ser señalada a dedo por el gobierno.
ja 
jajaja
jajajajajaja
Me encanta este país de mierda...

Y ahora vamos a lo gordo, porque en la ley se habla de cosas como la moderación de comentarios en páginas web, que no podrá ser discriminatoria contra ninguno de los preceptos dichos en el art. 2. Ya sabéis, por nacimiento, raza, religión, orientación sexual (que hasta ahí bien) pero tampoco opinión, convicción, edad, discapacidad y un largo etcétera. O sea, que si aquí entra un tío a decirme que soy un puto calvo inútil me tengo que cerrar el pico y joderme, porque lo contrario sería ir en contra de la puñetera ley y, atención, amiguitos, me caería una multa de 10.001 a 60.000 lerus. La gracia está en que si alguien entra y dice que la piratería es cojonuda y borro su comentario, me caen 60.000 pavos de multa. Si no lo borro, me cae otra multa por responsabilidad indirecta, es decir, por defender en mi blog una conducta criminalista. ¿Qué significa esto? Pues la Pequeña Paja os lo va a explicar:

Muy bien, chaveas, id soltando los lerus, 
el peluco y las llaves del buga.
Y sin tonterías... que tengo una rehén.

La cosa sigue hablando de multas de 60.000 euros en caso de impedir la libre opinión de alguien en nuestras redes sociales, 500.000 euros para los centros de educación y cantidades parecidas para la contratación de empresas, derechos de admisión y demás soplapolleces, llegando al punto de tomarse medidas cautelares de cierre y control para asegurar la no discriminación, o lo que es lo mismo, el inquisidor amigo del Zapa te puede quitar la clave de tu querido blog o la llave de tu bar y hacer con él lo que le venga en gana, que ya es de coña, porque una cosa es un cierre cautelar y otra muy diferente la expropiación del trabajo propio, que se considera delito desde hace siglos. 
Hasta ahora, claro.

La mierda es que todo este rollo me pone los pelos de punta, más que la ley Sinde, más que la LSSI de Aznar, más que una guerra de bandas y más que el ruido de una navaja automática a mi espalda en un callejón, porque de esto, coleguitas, de esto no hay forma de defenderse. Hemos llegado al punto en el que ya no nos queda ninguna libertad: en cualquier momento el gobierno puede literalmente robarnos nuestro trabajo y meternos multazos impagables en un momento de crisis que va a terminar destrozando aún más la pésima situación social que vivimos. Ya no hay libertad de expresión, de opinión ni de reunión, excepto aquellas que el señor inquisidor gubernamental considere oportunas y que, no me extraña, irán desde el viva el psoe hasta el viva la sgae, poned el culo y poco más.  

Ejemplos prácticos de esta ley:
-Queda prohibido borrar mensajes escritos en otras lenguas por considerarse discriminatorio hacia dicha lengua (así que nada, escribid en klingon o en sindar, cada uno a lo suyo)
-Queda prohibida la no contratación de alguien en un trabajo por motivo de incapacidad o enfermedad (decid hola a los conductores de autobus invidentes, chicos, son el futuro...)
-Se considera susceptible de multa al centro en el que imparta clases (medio kilo de euros, recordad) el profesor que discrimine a un alumno por motivo de opinión, convicción, lengua, identidad sexual... (O sea, que si esta clase me parece una mierda y me quiero follar a fulanita mientras gimo en castellano en Lérida, el profesor a joderse y a no castigarme, que si no le vaciamos las sacas al centro) 
-Y por supuesto, se considera discriminatorio enfrentarse a la opinión de alguien en virtud a su circunstancia personal o social, o sea, que si de pequeño mis padres me puteaban y he decidido que sólo me siento amado de verdad cuando estoy con un perrito muerto, aquí todos a sonreír y a hacer fotos “de buenrro” mientras le doy calor y cariño a “cuki”, que esa es mi circunstancia personal y me estáis discriminando, cabrones.
Y así mil gilipolleces más.

Claro, llegados a este punto yo me pregunto:
-¿Pondrán multas en las misas por no dar voz a las posturas ateas? 
-¿Se prohibirá el diccionario de la RAE por no venir las palabras en alemán, chino y surcoreano? 
-¿Puedo levantarme en medio de una representación de ópera y sentirme discriminado porque no cantan en español? 
-¿Me tiene que pagar Pantene por no sacar champú para calvos?
-¿Es discriminatorio no enrollarte con la tía de la barra por fea? 
-¿Y si eres gay? 
-¿Y si eres hetero y machote y te ofrecen poner sonrisa de donut y zamparte un frijolito peludo... tienes que decir que sí so pena de discriminar al amigo por ser gayer y tener que sacarte 60.000 eurazos del bolsillo como quien saca al gobierno del poder a patadas?
-¿En qué coño piensa la Pequeña Paja al sacar estas leyes? Ah, sí, ya...
Te repiiito, primo: la cartera, el rolex, las llaves del buga,
los pendientes y el anillo... y rapidito.

En fin, que estamos gilipollas, y gilipollas seguiremos. ¡¡Váyase, señora Pajín, de una vez a tomar por culo ya!!! (y ojo, que no es insulto, es que no sé si la buena señora tendrá esa inclinación sexual, y claro, por miedo a ser discriminatorio prefiero curarme en salud)

Hay que joderse...
O no, claro, cuestión de opiniones. Supongo.


Frase del día:
"You can choose the game, but can not change the rules"
(Dimitri. Grand Theft Auto 4)

sábado, 28 de mayo de 2011

Diálogo de besugos: Langostinos de piel de pene.

Basado en hechos reales.

Martes, 08:45 A.M.
Ciudad Real.
Una caló de narices.

  Llego a un supermercado -no digo nombres, que eso está feo- con mi bolsa de congelados del Lidl, la de rafia, o rafta o como se diga del Mercadona y una de las grandes del Ahorramás. Aún queda un rato para que abran. Me fumo un pitillo. El resto de predadores que esperan a que las puertas de cristal nos den paso a nuestro coto de caza, me miran. Comienza la danza de intimidación. La danza alcanza su punto álgido cuando descubro entre mis competidores a Doña Lola, una afable ancianita que en los supermercados se convierte en La Pantera, una depredadora experta en colarse, especialmente, en la sección de pescadería. Reconociendo su superioridad, bajo la mirada, huidizo, y echo un ojo a las ofertas del día: 1kg de langostinos grandes + 1kg de mejillones, 6,95€.
Interesante... 
Toco el cartel con la punta de los dedos, con cuidado. Aún está fresco. Apenas lo han puesto hace una o dos horas. Deberían quedar algunas piezas cuando consiga llegar a pescadería. Lamentablemente, doña Lola, La Pantera, ha posado sus ojos en la misma presa que yo. Me dedica una sonrisa que dice a gritos "Olvídate, atontao, los mejillones y los langostinos son míos, ¿me entiendes? -Doña Lola ve Salvados y es fan de la Esteban- ¡¡Míos!! Así que ríndete, novato, confórmate con los langostinos congelados medianos 50/80 ya cocidos del Pescanova a 9.50 o muere". Hay que reconocer que es una sonrisa la mar de habladora.
  Lo que la pantera de pescadería no sabe es que ella lleva carrito, y yo no...
  Jajaja. 
  Me río en voz alta, consiguiendo que el resto de la jauría se alejen unos pasos de mí, desconfiados. ¡Es la mía! Las puertas se abren y salgo corriendo hacia pescadería mientras el resto de los predadores pierden unos segundos preciosos en enganchar el carrito de la compra y buscar cambio para sacar un carro de la cola que hoy parece resistirse a sus manos artríticas. 
  Hoy no, doña Lola. Hoy... No. 
  En la cola de los carros hay tirones y gritos. No es un espectáculo bonito de ver: La ley de la selva. Una selva de tarros de conservas, patas de jamón, chuches absurdas y "señorita Álvarez, acuda al pasillo de bebiiidaaas", pero selva al fin y al cabo. Afortunadamente a mi me sobra con la cestilla de plástico.
  Llego el primero a pescadería y freno en seco, confuso, cuando veo a un tipo trajeado delante del mostrador. Dudo entre lanzar un rugido retador, golpearme el pecho con furia u orinar en los rincones para marcar territorio. Lo último lo descarto, no me apetece repetir lo de la última vez
El tipo del traje reconoce al macho alpha en mi mirada, pues se echa a un lado y me invita a pedir. Por la esquina aparece doña Lola. Ahora le toca al turno a mi sonrisa: "Tarde, maldita bruja". Pero no hay tiempo para eso...
Asciendo varios puestos en la escala evolutiva, o desciendo, según se mire, y hablo con el pescadero:
Perdona, ¿La oferta de los langostinos?
  Debe estar de guasa, porque me señala una bandeja con unos diminutos bichos a los que todavía les falta crecer para ser considerados camarones pequeños. Joder, no llegan ni a krill... Lo miro sin querer creérmelo.
No, no -rectifico-. Me refiero a la oferta de los langostinos GRANDES –se lo digo en mayúsculas para que no quede ninguna duda.
Tal y como temía, me pone cara de vergüenza ajena y se encoge de hombros.
Ya, bueno, sí... Siguen siendo esos.
Alguien se ríe a mi espalda. Por su tono de hiena y su olor a "Arturo Fernández me pone" imagino que se trata de Doña Lola. Hago oídos sordos y, como sé que el pobre dependiente no tiene culpa de nada, me lo tomo a cachondeo.
–A...jam. ¿Son un rollo "hazlo tú mismo"? ¿Renacuajos blancos y óvulos de langostino para criarlos en casa o algo así? ¿Lo último en genética doméstica?
–No, más bien no.
Joer, pues ya son ganas... A estos les hace falta comer muchos cereales, hacer un jartón de ejercicio y, ya de paso, morirse y reencarnarse en la especie correcta para ser llamados "langostinos grandes"...
El dependiente se ríe con esa risita que usan los vendedores del MCDonald cuando les dices que usaste un Mcpollo para impermeabilizar el garaje y después de cinco años aún funciona el apaño... Algo así como "a mí me lo vas a  decir..." reconvertido en un simple ji ji ji.
Me encojo de hombros y me dispongo a ir a la pollería a pillar una pechuga de pavo cuando el tipo trajeado me pone una mano en el hombro.
Oh, por si no lo sabíais... No me gusta que me toque gente a la que no conozco de nada.   
Mejor dicho: Lo odio.
Son grandes –me dice el trajeado mirándome a los ojos en plan Soprano, aunque Soprano tirando a canijillo y de andar por casa, en zapatillas y bata de guatiné.
Tardo unos segundos en reaccionar porque de verdad que todavía no me lo creo.
¿Perdona?
El tipo se da cuenta de que algo falla porque retira la mano. Lo que no retira es la mentira.
Los langostinos –dice señalando con la cabeza–. Son grandes.
Hasta aquí llegamos. Hola, me llamo Rafa, tengo 33 años y estoy discutiendo con un tío por el tamaño de sus langostinos. ¿Alguien da más?
Los langostinos serán grandes, pero eso –ahora señalo yo con la cabeza– no son langostinos. Ni mucho menos, grandes.
¡Son enormes! –hay que reconocer que la voz le tiembla un poco, pero la recompone pronto– ¡Los más grandes del mercado!
Pues será del mercado de Hobbyton, en la Comarca –me gusta ponerme friki en estos casos.
¡No! ¡Del mercado de aquí!
¿De aquí de dónde? ¿De la fuente de la plaza del ayuntamiento?
De aquí de... aquí. ¡Y son grandes!
A ver, pues serán langostinos de piel de nabo y se han quedado escuchimizados por el frío del congelador, macho. Prueba a abrirte la camisa y a acariciarlos, a ver si hay alguno trucho y crece.
Debo reconocer que el mamón reacciona rápido. A estas alturas el dependiente se está escondiendo en la cámara para no descojonarse en la cara de quien, obviamente, es su jefe.
¡¡Pues son enormes!!
Y claro, me entran ganas de soltarle "el clásico", a quemarropa y con doble carga:  el "según con qué lo compares, chiquitín". Al final me da cosa y me corto, porque no soy tan mala persona. Asiento con la cabeza, decidido a darle opción a una salida digna.
No vale de nada, el mamón vuelve a la carga.
Y si tú no tienes ni idea, no es mi problema. 
¿Ni idea? Hasta ahí podíamos llegar... Vale que sí, que mi conocimiento del marisco se reduce a saber pelarlos y poco más, pero aún así... Entro en modo Dany Phantom y paso a convertirme en el más fantasma del mundo:
Mira, pisha, cinco años me he tirao en Cádiz levantándome a las tres de la mañana para ir a la lonja, que se me quedaban los deditos artrósicos perdíos de poner posturas raras para marcar los lotes, y ahora me vas a venir tú a a tocarme los huevos... ¡¡Ni son grandes, ni son langostinos!! Coñe, mírale el bigote.
¿Qué pasa con el bigote?
Que no tiene, tío, que no tienen. A estos "lo que sean" les falta tres años para empezar a pensar en afeitarse.
El tipo se agarra a un clavo ardiendo.
Me dirás ahora que los langostinos se afeitan...
Niego con la cabeza y respiro hondo, porque hasta yo tengo conciencia.
De acuerdo, lo que sea, lo que quieras, me voy –me rindo–. Pero ni son langostinos, ni mucho menos grandes.
¡Son enormes!
Es en ese momento cuando la sombra entra en escena. Doña Lola, con la dignidad yla majestuosidad de una leona, se interpone entre ambos. Nos mira con salomónica sabiduría en su mirada, que es tan vieja como las pelis de Cine de Barrio o las canciones de Manolo Escobar, y habla.
No son langostinos.
Tal y como lo dice asiente con la cabeza, dándole veracidad y sus palabras y cerrando para siempre la discusión. Luego se da la vuelta y se marcha, no sin antes dedicarme una mirad que me advierte de que puede que en esta ocasión hayamos colaborados juntos, pero seguiremos siendo rivales y enemigos a la hora de llegar a la línea de cajas.
Yo también asiento con la cabeza y me marcho, sintiéndome un poco algo más sabio y un mucho más absurdo.
...
Lamentablemente la pechuga de pavo de la pollería parecía pechuga de pichón, así que... bueno...
Esa noche tuvimos que comernos a Chihiro.


Fin 

jueves, 26 de mayo de 2011

Premio Chica Bloguera!!

Pues sí, resulta que Rocío, del blog cansada de besar sapos, ha tenido a bien nominarme al premio "chica bloguera". Ya, ya sé que más de uno estaréis pensando en que bueno, "técnicamente" no soy una chica, pero vaya... Como no es cuestión de empezar a discutir y terminar colgando una foto de los "gemelos peludín", que nos veo venir, lo dejamos en que acepto el premio encantado y muy orgulloso, que al fin y al cabo es la verdad. Rocío, eres un solete (un solete con mala suerte, pero solete al fin y al cabo, y bien maja).

Aquí el premio...


  Y como supongo que os estaréis preguntando a qué dedicó ayer la tarde vuestra chica bloguera calva favorita, os contaré que Eva, aprovechando el cachondeo del premio, me convenció de que la acompañara de compras porque necesitaba ropa, y así terminé el día: en Marypaz, H&M y C&A, donde me compré unas chanclas, ejem, ideales.
Bien pensado sería un principio cojonudo para un libro:
"Todo empezó un jueves muy especial, aunque nada hacía predecir que ese iba a ser El Día. Me levanté temprano para hacer la casa con vistas al fin de semana y me llevé una alegría enorme al abrir internet y descubrir que Rocío me había nominado al premio Chica Bloguera. Para celebrarlo, después de la pechuga de pavo con espinacas y judías princesas -ya se acerca el verano-, fui a Marypaz a por zapatos, a H&M y a C&A, donde me compré unas chanclas, ejem, ideales... No volví a casa sin pasar por el Open a comprar gominolas de mandarina, porque el verano es una cosa pero hay que darse un caprichito de vez en cuando, ¿verdad?
Ah, por cierto, soy un tío"
  Eh, sería cachondo. Lo preocupante es que todo es verdad, así que mis queridos renacuajos blancos se han mosqueado y me han dado ultimátum: o me tomo un par de whiskys me pego una  tarde de play y me paso el finde mirando tetas, o se me ponen en huelga los muy. Lo que no me han dejado claro es si eso de la huelga es como una vasectomía temporal o qué, así que por ahora no les he respondido.
Aquí unas fotos de mi tarde de chica bloguera ^^

Mierda, foto para el blog y yo con estos pelos... 


Gominolas de mandarina: de perdidos al río... ¡¡Están cojonudas!!
(El taco y la cartera es para recuperar un poco la imagen de machote)

Y dejándonos ya de rollos, vamos al lío, que el premio va con tres preguntillas:

1.- ¿Por qué decidiste crearte un blog?
  La verdad es que todo empezó como un consejo, luego lo pensé y... qué diablos, me hacía ilusión tener una plataforma desde la que desahogarme y hablar con la gente, que últimamente he pasado de tener la vida social de Pocholo a la de una pera de aguas mediana. Además practico escribiendo, conozco a gente increíble y me dan unos subidones de la leche.
  Lástima de no haberlo hecho antes...

2.- ¿Qué significa el nombre que lleva por título?
  Pues... el significado no es demasiado literal (¿pilláis el juego de palabras?). Buscaba un nombre serio, algo que me apartara del lado oscuro del cinismo y el cachondeo -cosa que, como podéis comprobar, no ha funcionado demasiado bien-, y me acordé de un recopilatorio de cuentos del fantástico Michael Ende que me encantó en mi adolescencia: El espejo en el espejo. Quería hacer un blog de literatura, me gustan los espejos, quería escribir sobre el día a día como un reflejo de la realidad... ¡Catapúm! Literal Espejo. El nombre salió así, sin más.

3.- ¿Cuáles son los temas a tratar en tu blog y en qué te basas específicamente?
  Pues creo que de todo un poco. Sobre todo relatos, sí, pero también lo utilizo de diario, de desahogo, para hablar con los amigos, los viejos y los que estoy haciendo ahora, criticar el mundo... Creo que es Rafa del Río 100%.
  Y me baso... en todo. Decía Tolkien que El Señor de los Anillos era fruto de todo lo que había leído, todo lo que había visto, todo lo que había aprendido, en fin, en su vida, un todo que había estado en su cabeza, creando un humus maestro del que luego saldría la historia. Este blog es algo así, salvo que no hay película y está a años luz de la calidad del maestro, claro, pero me baso en eso, en el humus de todo lo que antes o después ha pasado por mis -seguramente borrachos- sentidos.

  Y ahora vamos con las nominaciones. No he querido repetir, aunque me habría gustado en un par de ocasiones, pero también me hacía ilusión nominar a... (he personalizado un poco las pastillas para que no se repitan si ya tenéis alguno. El original lo tenéis arriba ^_^).

Gadirroja. 
 del blog la pinturera, nominada a Chica Bloguera Potinguera. Porque es brutal, divertida, ingeniosa, cariñosa, única y majestuosa y no se me ocurre nadie mejor a quien darle este premio. Y eh, si queréis aprender de potingues es vuestra chica.

Tita Hellen.
Del blog el libro de conjuros de tita Hellen. Nominada a Chica Bloguera Lumbreras, porque es la persona indicada cuando quieres echar un buen rato en un blog, y lo mismo te habla de cómics que de cine, literatura, potingues, moda, tendencias o te hace unas crónicas de fórmula 1 o Eurovisión que ya querrían Lobato y Uribarri en sus buenos tiempos. Y porque es leche y me alegra día sí día también cada vez que entro en su blog.


Goblinoide.
Del blog el escondrije del goblin. Nominada a Chica Bloguera Rolera por varios motivos. Primero porque cuando yo era chiquitito no había tías que jugaran al rol y las que habían lo hacían sólo para conseguir esclavos sin vida social. Eh, no pude jugar una partida normal con una chica hasta que no cumplí los quince (defino partida normal a una partida en la que el director de juego no regala puntos y cosas a la única jugadora femenina en un pseudo intento de lo que los científicos denominan "ver tetas"). Por eso, porque esta tía sabe de lo que se habla, porque es guay, porque es rolera y femenina a un tiempo y porque cada vez que entro en su blog me acuerdo de que tengo que hacer una campaña para un finde (Silvia, te lo juro que de este verano no pasa) se lleva la nominación. Ahm y porque no está mal que haya un poquito de diversidad en los enlaces.
Aunque ella odie a los kenders... snif.

Y aquí terminamos. Un abrazo tocho a todos y feliz finde... Mierda, se me olvidaba la

Frase del día:

"Lo curioso es que cuanto más me dices lo poco digno de confianza y lo deshonesto que eres, 
más siento que puedo confiar en ti"

(Mortífera Buencorazón en Cartas en el asunto, de Terry Pratchett).        

Ahora sí, lo dicho, "caris", un besote de vuestra chica bloguera calva favorita y feliz finde!!

Relato: Otra vez.



<<Despierto.
Abro los ojos.
La estancia es oscura, o eso me parece por culpa del foco que vomita su luz blanca y cegadora contra mi rostro. Veo formas difusas, siluetas oscuras que me observan sin inmutarse desde la penumbra. Sibilinas. Tenebrosas. A mi lado una mujer gime de dolor y entre las brumas del mareo y la confusión acierto a ver algo en las paredes: azulejos, sí, pero también manchas oscuras que me hacen temblar involuntariamente.
Trato de agarrar los recuerdos pero la memoria se me escapa, esquiva, como el último trozo de gelatina de un postre que no llena, como esa misteriosa palabra que, dicha a destiempo, hace que todo se vaya a la mierda. 
¿Qué..?
La confusión se evapora poco a poco.
Prisionero. 
He sido prisionero de estas formas, víctima encerrada de sus juegos que nadie entiende. Logro recordar a duras penas una celda angosta y húmeda, el sonido de una voz oscura, un goteo incesante... Calor...
Alguien ríe. La mujer llora mirándome con los ojos como platos, sudorosa, destrozada. Tiene las venas del cuello hinchadas, la mandíbula desencajada, la mirada vidriosa... El sudor empapa su cuerpo, y la sangre... 
Trato de enfocar hacia otro lado mi mirada legañosa pero la bandeja de instrumental quirúrgico que me da la bienvenida no es el mejor de los cambios y no hace presagiar nada bueno.
¿Van a torturarme?
Como si este pensamiento fuera el botón de encendido que desencadena los acontecimientos, una de las siluetas se acerca y me da una bofetada. 
Duele. 
Sorprendido por mi propia vulnerabilidad, perdidos mi espíritu y mi carácter, marioneta de esta panda de locos, lloro. La dignidad y el orgullo son ahora para mí tan solo palabras del pasado, un pasado vulnerado y perdido, guardado en la blindada caja fuerte de la amnesia.
La silueta introduce sus dedos en mi boca y me enfoca con su manguera antiséptica, un coro de risas aplaude la tortura, burgueses aburridos y sin corazón. Maníacos... De entre todas las risas destaca la suya, la de la voz oscura, la del ente guardián, la de ese invisible acompañante que me hablaba en mis horas de encierro. Ahora puedo ver a su dueño, un hombre adulto y fornido. Los rasgos de su cara, recortados por la vida con una precisión quirúrgica, son duros, y aún así...
–Yo soy tu padre –me dice.
Lo dice con potencia y gravedad pero sin ataques de asma innecesarios. Lo dice, y eso me sorprende, con más dosis de cariño en la voz de las que corresponden a su estampa.
Despierto.
Abro los ojos.
La mujer a mi lado descansa con el rostro dulcificado, el dueño de la voz oscura sonríe enamorado, y yo, en brazos de ambos, me abro a una nueva vida.
Ja.
Acabo de nacer.
...
Otra vez.>>

Llevaba un tiempo dándole vueltas a este idea y me parecía divertida. Espero que os haya gustado (y que os haya sorprendido) Y bueno... a partir de ahora, dos cambios en las entradas: 
El primero, voy a meter en todas las entradas una nueva sección (¿Sección?) Buas, lo que sea, el caso es que todas las entradas van a llevar una frase del día, que siempre me ha hecho gracia ese rollo. (¿Soy yo o esto se parece cada vez más a un capítulo de I-Carly?)
Así que...
Frase del día
"Mis padres creen que debería estarles agradecido por haberme dado la vida. Lo que no saben es que yo iba a nacer de todas formas. Puede que en otro lugar en otra época y de otros padres... 
¡Pero habría nacido!"
 (Manolito. Mafalda .-Quino)

Y el segundo, a partir de ahora voy a contestar los comentarios en los propios comentarios. Esta va especialmente para los que no tenéis blog (Silvia y Anna, sobre todo) que luego contesto al día siguiente en la entrada y se me pone cara de Jostein Gaardner en El mundo de Sofía. Así que hoy sí: 
Silvia: Que sepas que tu comentario me ha dado subidón, creo que es de las cosas más bonitas que me han dicho en mucho, muchísimo tiempo.
Y Anna: Eh, voto por eso de la birra por internet si lo cambiamos a güiski, que las burbujitas me sientan fatal. Y eh (van dos), esta vez es cierto: la "ese" está arriba de la "équis" pero sé prefectamente que excusa va con équis... joer, si esa palabra la inventé yo... Un abrazo y dile a tus letras que ya pueden relajarse, intentaré no despistarme tanto. Y ná, no te disculpes, al revés, se agradece ^_~.

Un abrazo para todos y ya sabéis... es jueves... mwahahahaha.

miércoles, 25 de mayo de 2011

La sonrisa del misionero.

  Llevo dos días sin dormir. En parte es por culpa del calor -de esta noche no pasa, subo el ventilador del garaje sí o sí-, pero también es por la rabia. Soy, de media, un tipo pasional. Más o menos honesto y tirando a buenazo en el fondo, sí, como todos los tíos grandotes, pero también pasional; y eso, a veces, pasa factura. Por eso, cuando decides caminar por donde no debes, cuando entras en las páginas que nunca debiste ver, la ira me embriaga, la injusticia me ahoga y me paso la noche arreglando el mundo desde el despacho de mi cama, respondiendo mentalmente esas cosas que sé que debí decir pero que mi concepto del mundo, "vive y deja vivir", me prohibe.
  ¿Sabéis eso que pasa a veces, cuando el fuego te invade, cuando la bilis se convierte en desayuno, merienda y cena, cuando eres incapaz de pensar en otra cosa que en esa bola de lava que gira en el interior de tu cabeza dando vueltas y vueltas, recabando toda tu atención, toda tu energía, todo tu ser? Pues yo me he sentido así.
  Hasta hoy.

  Hoy me he dspertado y he encontrado una carta en el buzón de mi hotmail. Una carta informática y rebotada, sí, pero tan sentida y humana como si hubiera estado escrita -como de hecho lo está- por el puño, el sudor y la sangre de su autor. 
  Pero empecemos por el principio...

  Tuve, en la adolescencia, un gran profesor. Tuve muchos, claro, pero este fue de los que destacaba, de los que te llegaban, de los que te hablaba en tu idioma y no huía de ti. Se llamaba Rafa, gran nombre y tocayo, el apellido lo guardo porque no quiero faltar, y era por aquel entonces un amante de la enseñanza, sí, pero también fan acérrimo de la fiesta y el desfase, de las juergas y el alcohol. Más de una noche, a las tantas de la mañana, terminé la fiesta junto a él en la barra del KM o del Micro, bebiendo como cosacos, arreglando el mundo, fumando un Capote y llegando a la conclusión de que nunca, jamás, íbamos a encontrar el amor. Ni yo, ni mucho menos él.
  Era juerguista y pendenciero, crápula y maquiavélico, un tío de los pies a la cabeza, un alma perdida, un barco a la deriva con un airecillo a lo Mel Gibson que se veía de lejos... Y aunque yo tuviera quince y el treinta y uno, era mi amigo. 
  Y entonces conocí a Eva. Yo tenía dieciocho, ella diecisiete, el instituto acababa y mi profesor me dijo una frase: "Enhorabuena, tío, te llevas una gran mujer". Y nos despedimos, poque ni él ni yo nos mentíamos y el ritmo había acabado para mí.
  Le perdí la vista hasta siete años después, cuando volvimos a encontrarnos en la barra, esta vez la de un café. Yo había terminado con la facultad, y el con la barra de los bares. Yo llevaba los primeros diseños de mi recién estrenado trabajo como dibujante, él una Biblia. Sin botella dentro ni otros vicios, tan sólo la Palabra. Y llevaba en el rostro una sonrisa que en aquel momento me dio miedo.
  Hablamos largo y tendido de nuestras nuevas vocaciones: su encuentro religioso y el mío artístico. Él se iba de misionero, yo empezaba de grafista. Nos despedimos con un fuerte abrazo en el que me dio la clave de lo que desde entonces sería mi vida:
  "Sé feliz. Aunque duela, aunque nadie lo entienda, aunque tengas que vivir al raso, aunque tengas que morir de hambre... sé feliz. No dejes que los convencionalismos te hundan".
  Así lo hice. Así lo hago. Así lo haré.
  Y ahora soy feliz.
  Y él, afortunadamente, también. 
  Cuenta en su carta que se casó en Guatemala, donde lleva nueve años trabajando como misionero laico con la población rural, con los supervivientes de los conflictos internos, nómadas obligados de una lucha sin bandos que aún se cobra sus vidas por la avaricia y el terror.
  Hace dos años renunció finalmente a su comodidad, a su trabajo como profesor en Cádiz, y ahora, con su esposa y su hijo de seis años, permanece firme en la marea, predicando, ayudando, construyendo, luchando, con la palabra y el trabajo, con el sudor y la sangre, la suya y la de los suyos. Me hace gracia verlo en la foto, dejado, retador y firme. Me cuesta reconocer a ese compañero de copas pero no al amigo que tuve, vestido ahora de retales de nuestra cultura, con su barba comunista y su coleta de héroe.
  Luchando.
  Rafa se ha convertido en Rafael, y desde aquí no puedo menos que admirarlo.


  Llevo dos días durmiendo mal porque a veces el mundo me asquea, pero esta noche dormiré bien porque un nuevo fuego arde en mi interior, el fuego de fe y la esperanza. Porque esa es la Iglesia a la que rezo, ese es el comunismo en el que me gusta creer; eso es, en definitiva, ENTREGARSE A LOS DEMÁS, en mayúsculas, en negritas y, si me apuráis, subrayado a tres tintas. Me siento pequeño a tu lado, amigo, pero me has demostrado que incluso veinte años después de nuestro primer encuentro, aún te quedan muchas cosas por enseñarme.


  Un fuerte abrazo a todos, y tranquis, que mañana volveré a ser el mismo de siempre.

  PD Hinflados con hache, ¿eh? Uhm... estoy buscando una escusa y no encuentro ninguna, así que sí, Anna, soy un animal u.U