miércoles, 25 de mayo de 2011

La sonrisa del misionero.

  Llevo dos días sin dormir. En parte es por culpa del calor -de esta noche no pasa, subo el ventilador del garaje sí o sí-, pero también es por la rabia. Soy, de media, un tipo pasional. Más o menos honesto y tirando a buenazo en el fondo, sí, como todos los tíos grandotes, pero también pasional; y eso, a veces, pasa factura. Por eso, cuando decides caminar por donde no debes, cuando entras en las páginas que nunca debiste ver, la ira me embriaga, la injusticia me ahoga y me paso la noche arreglando el mundo desde el despacho de mi cama, respondiendo mentalmente esas cosas que sé que debí decir pero que mi concepto del mundo, "vive y deja vivir", me prohibe.
  ¿Sabéis eso que pasa a veces, cuando el fuego te invade, cuando la bilis se convierte en desayuno, merienda y cena, cuando eres incapaz de pensar en otra cosa que en esa bola de lava que gira en el interior de tu cabeza dando vueltas y vueltas, recabando toda tu atención, toda tu energía, todo tu ser? Pues yo me he sentido así.
  Hasta hoy.

  Hoy me he dspertado y he encontrado una carta en el buzón de mi hotmail. Una carta informática y rebotada, sí, pero tan sentida y humana como si hubiera estado escrita -como de hecho lo está- por el puño, el sudor y la sangre de su autor. 
  Pero empecemos por el principio...

  Tuve, en la adolescencia, un gran profesor. Tuve muchos, claro, pero este fue de los que destacaba, de los que te llegaban, de los que te hablaba en tu idioma y no huía de ti. Se llamaba Rafa, gran nombre y tocayo, el apellido lo guardo porque no quiero faltar, y era por aquel entonces un amante de la enseñanza, sí, pero también fan acérrimo de la fiesta y el desfase, de las juergas y el alcohol. Más de una noche, a las tantas de la mañana, terminé la fiesta junto a él en la barra del KM o del Micro, bebiendo como cosacos, arreglando el mundo, fumando un Capote y llegando a la conclusión de que nunca, jamás, íbamos a encontrar el amor. Ni yo, ni mucho menos él.
  Era juerguista y pendenciero, crápula y maquiavélico, un tío de los pies a la cabeza, un alma perdida, un barco a la deriva con un airecillo a lo Mel Gibson que se veía de lejos... Y aunque yo tuviera quince y el treinta y uno, era mi amigo. 
  Y entonces conocí a Eva. Yo tenía dieciocho, ella diecisiete, el instituto acababa y mi profesor me dijo una frase: "Enhorabuena, tío, te llevas una gran mujer". Y nos despedimos, poque ni él ni yo nos mentíamos y el ritmo había acabado para mí.
  Le perdí la vista hasta siete años después, cuando volvimos a encontrarnos en la barra, esta vez la de un café. Yo había terminado con la facultad, y el con la barra de los bares. Yo llevaba los primeros diseños de mi recién estrenado trabajo como dibujante, él una Biblia. Sin botella dentro ni otros vicios, tan sólo la Palabra. Y llevaba en el rostro una sonrisa que en aquel momento me dio miedo.
  Hablamos largo y tendido de nuestras nuevas vocaciones: su encuentro religioso y el mío artístico. Él se iba de misionero, yo empezaba de grafista. Nos despedimos con un fuerte abrazo en el que me dio la clave de lo que desde entonces sería mi vida:
  "Sé feliz. Aunque duela, aunque nadie lo entienda, aunque tengas que vivir al raso, aunque tengas que morir de hambre... sé feliz. No dejes que los convencionalismos te hundan".
  Así lo hice. Así lo hago. Así lo haré.
  Y ahora soy feliz.
  Y él, afortunadamente, también. 
  Cuenta en su carta que se casó en Guatemala, donde lleva nueve años trabajando como misionero laico con la población rural, con los supervivientes de los conflictos internos, nómadas obligados de una lucha sin bandos que aún se cobra sus vidas por la avaricia y el terror.
  Hace dos años renunció finalmente a su comodidad, a su trabajo como profesor en Cádiz, y ahora, con su esposa y su hijo de seis años, permanece firme en la marea, predicando, ayudando, construyendo, luchando, con la palabra y el trabajo, con el sudor y la sangre, la suya y la de los suyos. Me hace gracia verlo en la foto, dejado, retador y firme. Me cuesta reconocer a ese compañero de copas pero no al amigo que tuve, vestido ahora de retales de nuestra cultura, con su barba comunista y su coleta de héroe.
  Luchando.
  Rafa se ha convertido en Rafael, y desde aquí no puedo menos que admirarlo.


  Llevo dos días durmiendo mal porque a veces el mundo me asquea, pero esta noche dormiré bien porque un nuevo fuego arde en mi interior, el fuego de fe y la esperanza. Porque esa es la Iglesia a la que rezo, ese es el comunismo en el que me gusta creer; eso es, en definitiva, ENTREGARSE A LOS DEMÁS, en mayúsculas, en negritas y, si me apuráis, subrayado a tres tintas. Me siento pequeño a tu lado, amigo, pero me has demostrado que incluso veinte años después de nuestro primer encuentro, aún te quedan muchas cosas por enseñarme.


  Un fuerte abrazo a todos, y tranquis, que mañana volveré a ser el mismo de siempre.

  PD Hinflados con hache, ¿eh? Uhm... estoy buscando una escusa y no encuentro ninguna, así que sí, Anna, soy un animal u.U

7 comentarios:

  1. Dejar hablar más al corazón.

    Me ha encantado leer tu entrada Rafa. Hay personas que nos hacen ver la vida de diferente forma, que nos ayudan a crecer, con las que no tenemos que fingir y podemos ser nsootros mismos. Son esas personas las que se merecen un hueco en nuestras vidas, y en nuestros corazones, no importa la distancia que nos separe, ni que el rumbo de nuestras vidas vaya por caminos distintos, lo importante es reencontrarse, asi que me alegro de que hayas recibido esa carta-email, y de que estés tan feliz.

    No dejes de ser pasional nunca, no cambies, estarías ocultando una parte de ti, no serías como realmente eres.

    Un abrazo gigante para ti y para Eva, y a disfrutar esa felicidad, e intentar mantenerla siempre.

    Un abrazo,

    Rebeca.

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  2. Rafa, la lástima es que hay tan poca gente así hoy en dia... que sí, que la habrá de sus casas para adentro, y yo que me alegro, pero me refiero a la gente que precisamente quiere dedicarse a los demás pero luego na de na, no se pringan ni queriendo, y ese es el asqueo general que creo nos invade a mucho. Me ha alegrado saber que tienes un amigo así.
    Un besote

    Cansada de besar sapos
    http://frog-tired.blogspot.com/

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  3. Si la gente como esa abundase, no tendriamos mucho de lo que que quejarnos yo creo. Espero que duermas mejor, mucho mucho mejor hoy. Besotes!

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  4. Yo creo que sigues siendo el mismo, se ve clarísimamente. Yo también admiro mucho a la gente que es así, y te lo digo en gaditano, implica tener dos pares de cohones. Para dejarlo y marchar, pero también para volver y vivir sin estar asqueado de lo que encuentras a la vuelta. Yo conozco ha gente que ha sido capaz de lo primero, pero no de lo segundo, implica una fuerza interior de la leche.
    Por cierto, entre la Helen con el frío y tú con los calores (y yo, que me teletransporto con facilidad), me vais a resfriar, pisha
    ;)

    BESOS!

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  5. Que bonita tu entrada, da gusto tener amigos así en la vida, que aunque haga años que no ves, sabes que siempre están ahí, además de darte consejos y compartir parte de tu vida junto a ellos. Y yo estoy segura que para mí, tu eres y seras uno de ellos. Un besazo!!

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  6. Jurl, cuántas cosas.
    Primero: sorprendida me hallo, nunca hubiera dicho que leería "la Palabra" con mayúscula en tu blog. Respeto y curiosidad a partes iguales.
    Segundo: me ha encantado la entrada. Disfruto mucho leyendo tu ficción, pero me encanta el lenguaje que usas para hablar en prosa. "Cuando la bilis se convierte en desayuno, merienda y cena"... Cómo molas.
    Tercero: a mí no me ha marcado la vida nadie así (excepto mis padres), tiene que molar un huevo de pato. Lo de entregarse a los demás me daría para largas horas de conversación, ¡quién pudiera tomarse una birra online!

    Y ya está. Bueno, y que excusa se escribe con X :P (para esta podrías decir que X y S están muy juntas en el teclado y se te ha resbalado un dedo...).
    Jo, te juro que no lo hago a mala leche. Es que trabajo con letras a diario y me las tienes revolucionás... ^^
    Un abrazo!

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  7. La verdad es que cada día me doy más cuenta de lo mucho que disfruto con lo que escribes. Ha sido todo un acierto el hecho de que te hayas abierto un blog y entradas como esta me hacen darme cuenta de todo eso.

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