miércoles, 18 de mayo de 2011

50:R-Tape loading error. For the good times.

Aquí todo el que entre, el que más, el que menos, tiene alguna relación con el mundo de los videojuegos. Tal vez le gusten, tal vez sean un hobby de su novio, quizá su marido le pegue de vez en cuando... a su ratito de play (mal pensados) o, seguro, seguro, sus hijos estén todo el día enganchados al mando o dando la brasa porque les gustaría tener un mando al que estar enganchados todo el día.
En mi caso, los videojuegos no son sólo una afición, sino que fueron también una forma de ganarme el pan durante unos años y toda una odisea en los primeros días de mi infancia. 

Aquellos maravillosos años.
  Todavía recuerdo como si fuera ayer mi primer mi primer encuentro con las "maquinitas". Tenía por aquel entonces cuatro añillos, habían abierto una bolera en Valdelagrana, una urbanización turística al ladito de Cádiz -Por qué tenía nombre catalán estando en la otra punta del país es algo que nunca pude adivinar-, y mi padre tuvo a bien llevarnos a los cuatro hermanas, mi madre, la abuela y el saco, todos pegados en el seat 124, con dos cojones, para que pudiéramos enfrentarnos a ese nuevo invento del diablo que, seguramente, tenía los días contados.
  Mi primera partida a los marcianitos, que después supe que se llamaba Galaga -aunque los demonios blancos lo rebautizaríamos como Space Invaders 2- tuve que echarla de pie sobre un taburete porque no llegaba a los mandos. Sorprendido miré cómo mi padre echaba dos gordas monedas de veinticinco pesetas por la ranura iluminada y un ruido como de teléfono móvil de pantalla monocroma me advertía que había llegado la hora de jugar. Mi tierna manita de cuatro añitos y cinco dedos (sorprendentemente y a pesar de mi afición con la yakuza, aún sigue teniendo cinco dedos a día de hoy) rodeó la bola roja y brillante del mando mientras su compañera, la mano derecha, se colocaba nerviosa sobre ese botón verde y gordo, del tamaño de una galleta maría, que era el causante del nerviosismo enemigo, el cañón con el que iba a defender la Tierra y estar de vuelta en casa para la hora de la cena.
Empezó el juego...

Ná, ni caso, los gráficos son de la Nes pero no encuentro
la original, y justo el Gálaga no lo tengo en la maca.
Aún...

  En la pantalla, unos cuadros más manguis que la madre que los parió se liaron a tirarse escupitajos pixelados, pero en mi cabeza pasé a pilotar la nave de Luke Skywalker (las navidades anteriores había tocado Star Wars como peli de reyes) y a enfrentarme a las hordas del lado ocuro con la ayuda del "pequeño verde orejudo" (que es como un niño de cuatro años llama a Yohda). Cuando solte al fin los mandos de la máquina, rojo de excitación y felicidad, mi mundo había explotado dividiéndose cuánticamente en mil universos y una infinidad de posibilidades. 
Creo que miré a mis padres y le di las gracias.
Fue la primera vez que se lo dije con sinceridad y no como una forma aprendida de respuesta automática a los estímulos "paga semanal" y "vaso de agua".

  Posteriormente, en la escuela (lo que venía siguiendo 1º de parvulitos porque entonces había dos años) la profe les diría a mis padres que estaba asustada porque lo único que dibujaba eran naves y luego las rayaba con el lápiz (¡¡había inventado la primera consola portátil: el folio y el lápiz hb con goma al final!!), pero eso es otra historia...

Los ordenadores personales.
   Ya había probado la miel y no iba a dejar pasarlo así como así. Siendo el menor de cuatro hermanos, poco me costó convencer a los mayores, que siempre se creen los más listos, de que había llegado el momento de pedirle a los reyes "majos" un ordenador personal: un sinclair ZX Spectrum que, sorprendentemente y a pesar del carísimo precio para la época (2o taleguitos que costaba, el puñetero) los reyes, demostrando ser la mar de majos, trajeron. Eso sí, como regalo único para los cuatro y chitón o se lo llevan de vuelta a oriente.
Vale este es el + y fue el segundo, pero es más aparente...
Y sí, jovencicos que leeis mi blog, esto, un adaptador de corriente, 
la tele y un radiocassette era todo lo que necesitábamos para "juegar".
  Me parece imposible relatar aquí las horas estupendas que pasé sentado ante ese engendro demoníaco, rezando porque los juegos se cargaran correctamente tras quince o veinte minutos de pitidos ensordecedores, invocando a Satanás cada vez que aparecía el rótulo maldito: "50R-TAPE LOADING ERROR" y aprendiendo paciencia, programación basic y a imaginar un mundo genial a través de los pésimos gráficos de la época, un reto para la vista y para la imaginación y un entrenamiento intensivo para quien, con el paso de los años, pasaría a ganarse la vida con la inventiva y el raciocinio. Y no, no fui un niño encerrado, también tenía mi parque, mis amiguitos del cole y mi biblioteca los sábados, pero la cosa no va de eso. 
Uhm...
¿por dónde iba?
Ahm, sí...


La tentación vive abajo: Los salones arcade.
  O recreativos, que era como llamábamos en los ochenta a los salones de perdición a los que los chiquillos íbamos a dejarse los dineros, pegarnos con lo rapiñadores, conocer a las primeras chicas y enterarnos, en fin, de cómo funcionaba el mundo. Las maquinitas eran casi, casi, lo de menos. 

No, esto no es un recre, es un salón arcade.
Se sabe porque no hay escupitajos ni vasos de plástico.
Tampoco hay chicas apoyadas (ni apollardadas) en las máquinas 
ni gente pegándose, está limpio y no hay chavales preguntándote si "te la pasan".

  Guardo recuerdos tan dulces de esa época que todavía se me escapa una lagrimilla cuando, en algún rincón perdido del planeta (léase el barrio chino de Manhattan, una hamburguesería de leidszeplein en Amsterdam o cierto pueblo maldito de la mancha) encuentro una sala sin cartel de la que salen, invitadores y casi obscenos, los sonidos de un street fighter II jugado a pique o la músiquita de puesta en marcha del After Burner, por no hablar del tema principal -de Yuzo Koshiro, compositor japonés de éxito internacional-, del Out Run, ese juego en el que tenías que conducir un flamante testarrosa mientras tu novia copiloto te la liaba parda si te salías de la carretera. No sé qué tienen esas notas, ese olor al cuero del cinturón del cambiamonedas, a adolescente trasnochado, a plástico requemado y goma vieja, que cada vez que me envuelve me siento de vuelta en el hogar, en los primeros años de mi adelantada adolescencia; un tiempo en el que las riñas, las chicas, los amigos y las emociones lo eran todo, en el que podías ser lo que quisieras, pues tenías todo el futuro por delante para conseguir llegar a serlo.

  Jodidos recreativos...

  Supongo que es por eso que ahora, veinte años después de mis primeras sesiones desfasadas en los Gades, en los Letrán, en JM o en los Pacheco, donde di y recibí mi primer puñetazo; el regalo que me hizo mi mujer de un mueble Green Gold con arquitectura jamma (maquinita, pa entendernos) no sólo supuso la culminación de todos mis sueños de adolescente, sino que también fue como si me devolviera una parte de mi adolescencia, como si me pusiera delante de ese yo que era yo con trece años, y al mirar a este tipo mayor y cantoso que tiene delante, mi adolescente me dijera "bien hecho, carca. No sé cómo te la has arreglado para perder el tupé... Pero bien hecho".
 Porque con el paso de los años, olvidamos. Nos esforzamos porque queremos impresionar a nuestros padres y familiares, a nuestra esposa y amigos, a nuestro jefe, a nuestros compañeros de trabajo... y en ese esfuerzo nos olvidamos de cumplir con ese alguien importante, con esa persona que fuimos a los doce, o a los trece, o a los quince. Una persona a la que le debemos todos sus sueños, aunque sólo sea porque, en el fondo, son los nuestros.

 Como vacile personal, ahí va la foto de mi maqui. 
Más de treinta horas de trabajo en cableado, perforaciones 
y mandos nuevos, pero qué a gusto me siento, poooor Dios.
 

 Y aquí con los mandos nuevos...
A ver si me animo y añado el acabado 
a lo Fallout que le estoy dando a la maca
y el taburete...

Ya no os doy más la brasa: Me despido con un abrazo, cómo no, y dos consejos:

-Si tenéis consola, echadle un ojo a L.A. Noire, la madre que lo parió, el mejor juego hasta la fecha. Investigaciones en tiempo real, conducción, acción... Toda la colección de suspense de Hitchcock en tres "deuvedeses".
-Y ahora en serio, hacedme caso: No renuncieis NUNCA a vuestros sueños. Eh, y cuando queráis echar un pique al KOF... ya sabéis dónde estoy ^_~

Uoh, y...
PEDRO: Tío, me alegro de que la cosa no haya ido a mal (ni papa de que Totana estaba cerca de Lorca, cero total en geografía) Ánimo con ese curro y un fuerte abrazo, men, que ahora que se acerca la nueva actualización debemos estar unidos, jajaja.

ANNA: Yep, no es licencia, es cierto. Porque la escucho mentalmente y no en estereo, que si no diría que escucho voces... Y sí, la puñetera me mete en compromisos de vez en cuando, pero es que hay gente que las pone a huevo y el comentario sale, así, sin más. Me alegro yo también de no ser el único loco jajaja.

SILVIA: me alegro de tenerte por aquí. Y por allí, vaya, a ver si este viernes hace mejorcico y podemos beber de tranquis en el jardín ^___^.

Al resto ya os doy el coñazo en vuestros blogs ^___^

5 comentarios:

  1. Eres un loco de los videojuegos...xD

    Yo de pequeña jugaba con mi hermano a una consola que tenía muchos juegos en uno, pero mi madre se cabreó en una de nuestras riñas, y la changó.(Imaginate un niño 8 años mayor que su hermana, que tiene una hermana que no deja de putearle todo el dia...eso tenían que soportar mi madre y mi hermano...jajaj),lo más que he jugado ha sido con colegas de niña, y con la play2 de mi chico al taken hace un par de años, y a uno que era un hombre calabaza con una motosierra y toma sangre pa'aka, y toma sangre pa'alla...ahora está guardada en su mochila en un armario...jeje

    Voy a ponerme con unos mails que tengo que contestar, y con mi proyecto, aprovechando que el metalero está en el currele, y hay silencio total...;-)

    Un abrazo Rafa!!

    Rebeca.

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  2. Killoooo qué chula tu maquina!! Yo ahora no juego (bueno sí a la wii con mi hija pero no cuenta jajaja), pero tuve una consola de esas chungas que tenía los juegos en la memoria y le duraban los joysticks 0'2...tó los domingos, al rastro, a por joysticks, porque si los toqueteabas bien aprendías a ver cuál estaba usable y era del cable el problema, por a cambiar el empalme jajaja
    Luego ya vinieron el street fighter o el duke nukem, qué caña!! jajaja Y finalmente, como no, dar saltos hasta tirar los mandos con el Resident Evil o con el Doom...qué tiempos!
    Luego me dió por las aventuras gráficas (en la uni, que tenía tiempo de sobra) y me hice chorrocientas.
    Ahora, ya te digo, de la Wii party y las aventuras de Dora no salgo, cómo degenera una, con la de zombis, extraterrestres y medievos que he matado yo!
    Jajaja!!

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  3. Ains, como te gusta enseñar a la niña de tus ojos. Sabes que los videojuegos no son mi fuerte (en realidad sé más bien poco de ellos). Pero si sé algo: Eres un friki xD.

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  4. Hola mi Rafaaa:D

    Muchísimas gracias por tus palabras en el blog, eres más que bienvenido y es un honor tenerte allí:D

    Pues sí, el mundo esta llenito de trolls, menos mal que hay personas tan maravillosas como tu:D

    Ah, los video juegos... aquí la frick que se acuerda de todos y cada uno de ellos, jajajaja.
    EL Atari era mi segundo hermano, y hoy en día (la Xbox y la Wii se me resisten, jajaja), mi PS 2 va a donde voy yo:D

    Besos enoooormes:D

    kissess

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  5. Ah, que se me va la pinza, jejeje:D
    Gracias por tus consejos y siempre son más que bienvenidos.

    Y espero que los hagas a menudo. Suerte la mía si pudiera contar con una "corrector que me hiciera bajar cuando el furor de escribir me sobrepasa", jajaja:D

    :D

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