Basado en hechos reales.
Martes, 08:45 A.M.
Ciudad Real.
Una caló de narices.
Llego a un supermercado -no digo nombres, que eso está feo- con mi bolsa de congelados del Lidl, la de rafia, o rafta o como se diga del Mercadona y una de las grandes del Ahorramás. Aún queda un rato para que abran. Me fumo un pitillo. El resto de predadores que esperan a que las puertas de cristal nos den paso a nuestro coto de caza, me miran. Comienza la danza de intimidación. La danza alcanza su punto álgido cuando descubro entre mis competidores a Doña Lola, una afable ancianita que en los supermercados se convierte en La Pantera, una depredadora experta en colarse, especialmente, en la sección de pescadería. Reconociendo su superioridad, bajo la mirada, huidizo, y echo un ojo a las ofertas del día: 1kg de langostinos grandes + 1kg de mejillones, 6,95€.
Interesante...
Toco el cartel con la punta de los dedos, con cuidado. Aún está fresco. Apenas lo han puesto hace una o dos horas. Deberían quedar algunas piezas cuando consiga llegar a pescadería. Lamentablemente, doña Lola, La Pantera, ha posado sus ojos en la misma presa que yo. Me dedica una sonrisa que dice a gritos "Olvídate, atontao, los mejillones y los langostinos son míos, ¿me entiendes? -Doña Lola ve Salvados y es fan de la Esteban- ¡¡Míos!! Así que ríndete, novato, confórmate con los langostinos congelados medianos 50/80 ya cocidos del Pescanova a 9.50 o muere". Hay que reconocer que es una sonrisa la mar de habladora.
Lo que la pantera de pescadería no sabe es que ella lleva carrito, y yo no...
Jajaja.
Me río en voz alta, consiguiendo que el resto de la jauría se alejen unos pasos de mí, desconfiados. ¡Es la mía! Las puertas se abren y salgo corriendo hacia pescadería mientras el resto de los predadores pierden unos segundos preciosos en enganchar el carrito de la compra y buscar cambio para sacar un carro de la cola que hoy parece resistirse a sus manos artríticas.
Hoy no, doña Lola. Hoy... No.
En la cola de los carros hay tirones y gritos. No es un espectáculo bonito de ver: La ley de la selva. Una selva de tarros de conservas, patas de jamón, chuches absurdas y "señorita Álvarez, acuda al pasillo de bebiiidaaas", pero selva al fin y al cabo. Afortunadamente a mi me sobra con la cestilla de plástico.
Llego el primero a pescadería y freno en seco, confuso, cuando veo a un tipo trajeado delante del mostrador. Dudo entre lanzar un rugido retador, golpearme el pecho con furia u orinar en los rincones para marcar territorio. Lo último lo descarto, no me apetece repetir lo de la última vez.
El tipo del traje reconoce al macho alpha en mi mirada, pues se echa a un lado y me invita a pedir. Por la esquina aparece doña Lola. Ahora le toca al turno a mi sonrisa: "Tarde, maldita bruja". Pero no hay tiempo para eso...
Asciendo varios puestos en la escala evolutiva, o desciendo, según se mire, y hablo con el pescadero:
–Perdona, ¿La oferta de los langostinos?
Debe estar de guasa, porque me señala una bandeja con unos diminutos bichos a los que todavía les falta crecer para ser considerados camarones pequeños. Joder, no llegan ni a krill... Lo miro sin querer creérmelo.
–No, no -rectifico-. Me refiero a la oferta de los langostinos GRANDES –se lo digo en mayúsculas para que no quede ninguna duda.
Tal y como temía, me pone cara de vergüenza ajena y se encoge de hombros.
–Ya, bueno, sí... Siguen siendo esos.
Alguien se ríe a mi espalda. Por su tono de hiena y su olor a "Arturo Fernández me pone" imagino que se trata de Doña Lola. Hago oídos sordos y, como sé que el pobre dependiente no tiene culpa de nada, me lo tomo a cachondeo.
–A...jam. ¿Son un rollo "hazlo tú mismo"? ¿Renacuajos blancos y óvulos de langostino para criarlos en casa o algo así? ¿Lo último en genética doméstica?
–No, más bien no.
–Joer, pues ya son ganas... A estos les hace falta comer muchos cereales, hacer un jartón de ejercicio y, ya de paso, morirse y reencarnarse en la especie correcta para ser llamados "langostinos grandes"...
El dependiente se ríe con esa risita que usan los vendedores del MCDonald cuando les dices que usaste un Mcpollo para impermeabilizar el garaje y después de cinco años aún funciona el apaño... Algo así como "a mí me lo vas a decir..." reconvertido en un simple ji ji ji.
Me encojo de hombros y me dispongo a ir a la pollería a pillar una pechuga de pavo cuando el tipo trajeado me pone una mano en el hombro.
Oh, por si no lo sabíais... No me gusta que me toque gente a la que no conozco de nada.
Mejor dicho: Lo odio.
–Son grandes –me dice el trajeado mirándome a los ojos en plan Soprano, aunque Soprano tirando a canijillo y de andar por casa, en zapatillas y bata de guatiné.
Tardo unos segundos en reaccionar porque de verdad que todavía no me lo creo.
–¿Perdona?
El tipo se da cuenta de que algo falla porque retira la mano. Lo que no retira es la mentira.
–Los langostinos –dice señalando con la cabeza–. Son grandes.
Hasta aquí llegamos. Hola, me llamo Rafa, tengo 33 años y estoy discutiendo con un tío por el tamaño de sus langostinos. ¿Alguien da más?
–Los langostinos serán grandes, pero eso –ahora señalo yo con la cabeza– no son langostinos. Ni mucho menos, grandes.
–¡Son enormes! –hay que reconocer que la voz le tiembla un poco, pero la recompone pronto– ¡Los más grandes del mercado!
–Pues será del mercado de Hobbyton, en la Comarca –me gusta ponerme friki en estos casos.
–¡No! ¡Del mercado de aquí!
–¿De aquí de dónde? ¿De la fuente de la plaza del ayuntamiento?
–De aquí de... aquí. ¡Y son grandes!
–A ver, pues serán langostinos de piel de nabo y se han quedado escuchimizados por el frío del congelador, macho. Prueba a abrirte la camisa y a acariciarlos, a ver si hay alguno trucho y crece.
Debo reconocer que el mamón reacciona rápido. A estas alturas el dependiente se está escondiendo en la cámara para no descojonarse en la cara de quien, obviamente, es su jefe.
–¡¡Pues son enormes!!
Y claro, me entran ganas de soltarle "el clásico", a quemarropa y con doble carga: el "según con qué lo compares, chiquitín". Al final me da cosa y me corto, porque no soy tan mala persona. Asiento con la cabeza, decidido a darle opción a una salida digna.
No vale de nada, el mamón vuelve a la carga.
–Y si tú no tienes ni idea, no es mi problema.
¿Ni idea? Hasta ahí podíamos llegar... Vale que sí, que mi conocimiento del marisco se reduce a saber pelarlos y poco más, pero aún así... Entro en modo Dany Phantom y paso a convertirme en el más fantasma del mundo:
–Mira, pisha, cinco años me he tirao en Cádiz levantándome a las tres de la mañana para ir a la lonja, que se me quedaban los deditos artrósicos perdíos de poner posturas raras para marcar los lotes, y ahora me vas a venir tú a a tocarme los huevos... ¡¡Ni son grandes, ni son langostinos!! Coñe, mírale el bigote.
–¿Qué pasa con el bigote?
–Que no tiene, tío, que no tienen. A estos "lo que sean" les falta tres años para empezar a pensar en afeitarse.
El tipo se agarra a un clavo ardiendo.
–Me dirás ahora que los langostinos se afeitan...
Niego con la cabeza y respiro hondo, porque hasta yo tengo conciencia.
–De acuerdo, lo que sea, lo que quieras, me voy –me rindo–. Pero ni son langostinos, ni mucho menos grandes.
–¡Son enormes!
Es en ese momento cuando la sombra entra en escena. Doña Lola, con la dignidad yla majestuosidad de una leona, se interpone entre ambos. Nos mira con salomónica sabiduría en su mirada, que es tan vieja como las pelis de Cine de Barrio o las canciones de Manolo Escobar, y habla.
–No son langostinos.
Tal y como lo dice asiente con la cabeza, dándole veracidad y sus palabras y cerrando para siempre la discusión. Luego se da la vuelta y se marcha, no sin antes dedicarme una mirad que me advierte de que puede que en esta ocasión hayamos colaborados juntos, pero seguiremos siendo rivales y enemigos a la hora de llegar a la línea de cajas.
Yo también asiento con la cabeza y me marcho, sintiéndome un poco algo más sabio y un mucho más absurdo.
...
Lamentablemente la pechuga de pavo de la pollería parecía pechuga de pichón, así que... bueno...
Esa noche tuvimos que comernos a Chihiro.
Fin
Tengo el coche con seguro a todo riesgo....cuando me digas le llevo "una caja de langostinos" al del super...y parecerá un accidente... también tenemos la opción de meterselos uno a uno por el (*)...
ResponderEliminarjajajajajja
ResponderEliminarLo que he podido reirme con tu entrada de hoy...
¡Me has alegrado la tarde! Quiero una nueva versión del relato en la que no te cortes con el del traje, y le digas, ¡según con qué se compare pequeñin!, uno de los dos machos alfa acaba en el hospital seguro...xD
Y los langostinos van a seguir siendo mini langostinos...¡que no! ¡que son enormes...!ya estaba viendo toda la sangre por el suelo del supermercado...jajajaj
Y pobre Chihiro como te mira, ahora tiene que pagar ella el pato de que la pechuga fuese de pichón...niño dónde vas tú a comprar que todo es enano...cuántas compras haces al mes entonces!!jajaja
A nosotros la carne nos la vende un señor apodado Manso (para Manu, Txarlie Manson), así que es de calidad, ahora de dónde sacan las pechugas....jajaj
No es broma, son de pollo...;-) Pero el apodo de T.Manson no se lo quita nadie...
Voy a poner la tv que juega mi BarÇa!!!
Un abrazo Rafa,
Rebeca.
P.D: Parte de Lluvia ha sido enviada por email xD
jajajaja el proceso ha sido bueno...pero el final es DE PREMIO!! Ole por tu humor caletero y viva doña Lola (ya se sabe, lo del diablo...). a
ResponderEliminarPD: Esta noche tenemos higado encebollao con papas fritas, que al Manolo le sale de lujo...pero si le falla, no creo que nos comamos a la Lorca. Seguro que nos da mala noche, repitiéndose. Como si lo viese.
jajaja
BESOS!
Jajaja. Ya sabemos que en mercadona ni los langostinos son langostinos, ni los tomates son tomates, ni mercadona entero es lo que parece, pero que ya encima te lo discutan... no puede ser! La foto de chihiro es genial =) un besito.
ResponderEliminarEsto va a parecer un chat!;-)
ResponderEliminarEstá siendo un finde bastante bueno, en tre la música y el futbol... si no fuera por el calor que hace...
Respecto a Lluvia, ya sabes que no hay prisa, sólo que pillé la indirecta xD
Un abrazo para los dos, y buen Domingo, yo voy a seguir con la limpieza y luego a ver si se da la tarde literaria!jajaj
Rebeca.
jajajajaja Rafa, vaya historias ;) Oyeeee pobre chihiro, eso no me ha gustado eh :(
ResponderEliminarXDDD Grande!! Y nunca mejor dicho :D
ResponderEliminarLas abuelas, esas grandea aliadas de la verdad y la justicia, esas grande jodonas cuando se lo proponen.
ResponderEliminarPobre Chihiro, os aprovechais de que va rellena de fabrica XD. Besotes!
xD, me ha gustado mucho, sobre todo el final. Me encanta ver como me sorprendes en cada entrada :)
ResponderEliminarSonia, me mola tu estilo. Tal vez en otro mundo, en otro universo, en otro momento... habríamos podido conquistar el mundo, o al menos hacer una declaración de la renta como Dios manda. Me guardo la oferta por si algún otro se pone cansino... Abrazo tocho!
ResponderEliminarEh, Rebeca, ¿como que uno de los dos acaba en el hospital seguro? Niña, mientras no haya que hacer logaritmos neperianos, tú apuesta siempre por mí, que así te forras jajaja. Me alegro de que te haya gustado ^__^. Recibido Lluvia (y acaba de empezar a llover) mañana martes o el miércoles lo tienes de vuelta.
Gadi... Tengo que probar ese hígado, en serio, pero no en plan Annibal Lécter, sino en plan guay, de tapitas y eso. Eva no me deja hacerlo porque le da asco, y claro, como ya no tiene guardias... juer, qué ganas de higadito. Por cierto, cómo se ve el nivel: tu perra, Lorca, un maestro de la literatura y la lucha por los derechos civiles. Mi gata: Chihiro, un anime de Miyazaki... qué friki soy, madre. Un abrazo!
Silvia, niña, no des nombres, que nos cierran el garito, jajaja. Bue, esta noche toca copilla en el jardín, que lo sepas...
Jejeje, es que las abuelas son únicas, ¿que no? Y eh, lo de Chihiro es... bueno, sí, no veo la hora de ver los gatillos, tengo alma de pistolero (este ha sido horrible) un besazo!
Shei, que sepas que estoy contando los minutos pa las seis. me alegra de ser capaz de sorprenderte aún, aunque si lo piensas bien, eso se nos ha dado bien desde el principio ^__^ Mil besos, nena.
Que no, Rocío, jo, que yo la quiero mucho (carita triste). Un besote, niña.
Anna, que no, que no son grandes, que son enanos, juer. Anda que... jajaja. Un besote, niña.
ResponderEliminarJajajajajajja... hacía muchísimo que no me reía tantooo:D
ResponderEliminarGenial, Rafa.
Vamos, que me vi a mi en la puerta del super, y la Pantera, de ésas hay unas cuántas "amables" señoras por mi barrio.
Jajaja:D
Muuuy bueno:D
kisses...