No.
Hoy toca hablar de lomo y de libros. De lomo, porque siempre cumplo mis promesas cuando las hago en serio; de libros, porque corrigiendo por enésima vez antes de enviarlo uno de los muchos que tengo pendientes por publicar, me he dado cuenta de que no está tan mal. Y me ha dado un subidón. Y (otra vez y, vaya mierda de escritor) por eso, para celebrarlo, voy a colgar aquí el prólogo con una pregunta añadida: ¿Os llama la atención como para seguir leyendo?
Asi que al lío...
Lomo a la sal, cortito y rico rico.
-2 kg de sal gorda, mejor si es para hornear.
-Un trozo de cinta de lomo de 1 kg
-Aceite de oliva
-Ajo
-Perejil
-Orégano.
-Mezcla de pimientas.
-Metemos el ajo y el perejil en el aceite durante dos o más días. Luego embadurnamos bien la cinta de lomo con el aceite y la cubrimos de orégano y mezcla de pimientas.
-Ponemos la carne sobre una cama de sal de medio centímetro sobre una bandeja de horno y seguimos echando sal hasta que queda completamente tapada, como un iglú o una escena de la tundra esteparia.
-Encendemos el horno, cuidado a 170-180º y lo dejamos una horilla, más o menos (si vuestro horno es el fucking-king echadle diez minutos menos) hasta que la sal se resquebraje.
-Lo sacamos del horno y lo dejamos quince minutillos en la sal.
-Lo sacamos de la sal y lo dejamos diez minutillos para que se aclimate.
Y listos, rico rico y delicioso.
¿Los trucos? Dad el aceite en un masaje para que la carne se ablande un poco, no subáis la temperatura del horno, respetad los tiempos de descanso y, sobre todo: Cortadlo muuuuy finito y acompañadlo de unas patatas al horno o un puré.
Ya me dirás cómo sale la cosa, Anna, y por cierto, ese nava estaba que mataba, pero lo de los granos de la bala iba en serio: las balas se pesan en granos, el equivalente del peso de un grano de maiz, de la época, claro, porque los de ahora son tochismos. Sea como sea, gracias por los apuntes (mejorar, mejorar, mejorar...)
Un prólogo muy especial:
Oui-ja para ignorantes
Vale el nombre es otro, pero ya habrá tiempo de eso. Es un texto muy especial para mí, pues le tengo mucho cariño a los personajes de este libro. Sólo espero que os guste y que, dentro de poco, podáis leerlo entero y en la cama, que es como se disfrutan los buenos libros. Cruzad los dedos por mí u.U
Prólogo:
Madrugada
<<Mi padre decía que hay un momento del día en el que todas las ciudades son iguales. Puede que cambie la altura de los edificios o el idioma de los carteles, que las calles estén muertas o deambule por ellas un solitario autobús blanquiazul; que el calor sofoque el cemento de las aceras o el vapor emerja de las alcantarillas al entrar en contacto con el frío aire de enero. Los detalles son lo de menos. Shanghai, Amsterdam, Orlando, Nueva Delhi, Ciudad de El Cabo, Madrid, New York, Tôkio... Existe un momento, un latido en su pulso diario, en el que se convierten en facetas de un mismo espejo, como si no fueran más que enormes distritos de una misma y única urbe: La Ciudad, así, en mayúsculas.
Hay un momento en la madrugada en el que el cielo adquiere el color del mar en la tormenta, el sonido despierta ecos apagados en los edificios, el trino de los pájaros abandona su optimismo, convertido en una cacofónica letanía, y las barredoras comienzan su lento deambular por las avenidas regando los restos de la fiesta nocturna y ocultando, en su trascender errático, los vicios del vecino respetable. Un fugaz cuarto de hora en el que las rejas del metro inician su peregrinaje a las alturas, los rostros humanos se miran con el sueño insuficiente o atrasado reflejado en sus rostros, el alcohol se asimila en las venas dando paso al vago fantasma de la depresión, oculto el despertar del sol tras el horizonte de los edificios, muro impenetrable de rascacielos, ciudad que alimenta el miedo.
Es entonces cuando el pulso se ralentiza, cuando el sudor, a veces frío, a veces sofocado pero siempre pastoso, como de segunda mano, te recorre el espinazo. Y así llegan las depresiones, los remordimientos, los recuerdos más amargos de la última noche o de la última vida, que vienen disfrazados con el manto de la melancolía.
“Tal vez algún día te des cuenta por ti mismo” solía decir el viejo al llegar a casa. Luego soltaba la pistola sobre la mesa de la cocina, compañera de la caja de cereales en la que yo practicaba la arqueología en busca del eterno regalito, ilusión diaria de un niño sin muchas expectativas; “la Ciudad es como un cáncer. Te come por dentro día tras día, reclamándote, hasta que llega el momento en que no puedes más”.
El viejo meneaba la cabeza, pesaroso, y se quedaba horas en silencio, como si estuviera buscando una excusa para seguir adelante. Entonces se levantaba y miraba el cuadrante. La semana siguiente le tocaba turno diurno, tal vez librara un par de días o quizá tuviera alguna cita: versión adulta de mi sorpresa en los cereales. Cualquier pequeña cosa era suficiente para hacerle gruñir una sonrisa y eliminar los restos de la melancolía de ese fatídico cuarto de hora de la madrugada. Después exhalaba un tenue suspiro tras el que solía añadir: “No trabajes nunca de madrugada, chaval. Hay cosas que es mejor no conocer de primera mano”. Suspiraba. Siempre suspiraba. “No es bueno estar ahí fuera cuando la Ciudad se muestra en todo su esplendor. Aunque esplendor no es precisamente la palabra que mejor la define”.
Si hubiera sabido que yo terminaría viviendo aquí, en La Ciudad, se habría sentido decepcionado. Aunque, parafraseándolo a él, tal vez viviendo no sea precisamente la palabra que mejor lo defina.
Mi padre era policía. Era un buen tipo a fin de cuentas, aunque durante muchos años ninguno de los dos tuvo demasiado claro que así fuera. Limpiaba, cocinaba, traía dinero a casa y rezaba sus oraciones. En resumen: se dejaba la piel para que los dos saliéramos adelante después de que mi madre desapareciera con la hija de su primer matrimonio, mi... hermanastra, el día de mi sexto cumpleaños. A veces el viejo se mosqueaba un poco y gritaba, o se bebía todo el contenido dorado de una botella de Wild Turkey y caía inconsciente durante todo el día. En ocasiones llegó a pegarme algún que otro coscorrón pero en su defensa diré que nunca fue inmerecido ni más duro de lo que el caso requería. Al fin y al cabo, si llegué a terminar el instituto fue gracias a él. Si siguiera vivo, estoy seguro de que removería cielo y tierra hasta encontrarme, aunque, entre nosotros, no le valdría de mucho. Además, ya hace mucho que murió: Una soleada tarde de mayo, dos policías en uniforme de gala se presentaron en mi casa para decirme que el viejo había caído en acto de servicio. Debía ser fuerte, seguir adelante, completar mis estudios... la policía me dejó una buena pensión. Un dinero que tenía que usar con cabeza.
Ja.
La cabeza me duró hasta que un par de tipos trajeados, enarbolando maletines como si fueran rifles de asalto, irrumpieron en mi casa arguyendo formulismos legales. Los abogados me arrebataron el dinero para llevárselo a su jefe, una mujerona de poca monta, aviesa y cruel, que durante muchos años había sido conocida, al menos en mi casa, por el nombre de “mamá”. Sé por los libros que muchos niños abandonados por sus madres guardan en el recuerdo el aroma de un abrazo, la calidez de un beso o la melodía de una nana. Mi recuerdo no es tan hermoso: una pensión reducida, apenas lo justo para pagar la comida, años de estudios sofocados para conseguir becas con las que pasar a la casilla siguiente y un encontronazo con mi hermanastra que casi acaba con los dos en comisaría.
Si el viejo hubiera levantado la cabeza se habría liado a tiros hasta con el gato.
Me perdonaréis si resumo toda la memoria de mi querida madre a la de la bilis subiéndome por la garganta y mis propias uñas en un puño, clavándose en la palma de mi mano. Todas esas frustraciones me parecen tan lejanas ahora... Supongo que algo bueno tendría que tener lo de vivir aquí.
Pero me estoy dando cuenta de que soy un maleducado. Os acabo de soltar todo el rollo y ni siquiera me he presentado. Malos modales, malos modales. Perdonadme. Mi nombre es Steeve, o al menos eso creo. Tal vez fuera Estephan, Stewie, Esteban o Estéfano. A veces me cuesta recordar de dónde narices soy, así que espero que os valga con Steeve, así, con doble e; me parece lo más correcto. En cuanto a cómo soy... buf, nunca he sido demasiado bueno con las descripciones, tened en cuenta que en mi adolescencia no había facebook, ni tuenti, ni fotolog ni twiter.
Así que... Dejadme que piense... ¿Recordáis al hombre Marlboro? ¿Ese tipo del viejo anuncio con cara de duro, cuarentón, vestido de cowboy, con su sombrero vaquero, sus botas de montar y fumando un cigarrillo en un territorio de hombres? Pues bien...
...yo soy la voluta de humo que sale del cigarrillo.
No, no es una metáfora. Soy lo que, a falta de una palabra mejor, podríais llamar un fantasma.
Este... ¿Bu?>>
Y hasta aquí puedo leer. Espero que os haya gustado y la cosa vaya pa alante... buena semana y gracias por llegar hasta aquí. Oh, y por favor, sed sinceros, se agradecen las críticas, constructivas y destructivas también, hoy estamos que lo tiramos...
Antes de que mi amigo el teclado borrase el comentario (se le queda pillada la tecla de borrar, ideal para un escritor por los co**nes, jajaja) te decía que quiero probar el lomo, lo del masaje m'amolao jajaja En serio, mi horno se porta, así que ya te contaré.
ResponderEliminarRespecto el "volutas". Sí.
Yo si quiero seguir. Necesito saber qué hizo ese chico con su futuro, por dios, para sentirse como una voluta. Etéreo, casi insignificante...pero si lo piensas, es casi el centro del anuncio de Marlboro...por algo será entonces!
Ojalá lo lea tumbada en la cama.
O en el ebook de Manolo, si hay que hacer el sacrificio ;)
BESOS!
Me ha gustado!
ResponderEliminarHe seguido leyendo hasta el final, con ganas de saber más en todo momento.Lo de la voluta de humo ha sido buena, muy buena idea, te deja con una sonrisa al final, después de tanta amargura en las líenas superiores.Situacioens díficiles de digerir.
Y lo de no currar de madrugada...ainss, eso le dijeron ami chico...no curres a relevos hijo...
pues nada, que a relevos curra!!!jajaja
Me ha gustado, en serio Rafa, con ganas de leer algún día algo más, a poder ser con el libro entre las manos!!no dejes de soñarlo nunca, sólo así se hará realidad...
Un abrazo,
Rebeca.
Te dolerán los dedos de tanto escribir. Estás hecho un makina, no paras. Me encantó el relato del colt 45 y me ha gustado mucho el post de hoy, espero lo continues....
ResponderEliminarQue sigas así de inspirado y prolífico.
A mí el prólogo me encanta, quizás porque Steve se hace querer, la cosa es que se me hace raro lo de "OUIJA PARA IGNORANTES" ¿Sinceramente? Prólogo genial, a ver si hablamos en persona y ya te chivo más cosas
ResponderEliminarAgüita, ¡lo que aprende una! Gracias por explicar lo de los granos, a veces me paso de lista :P.
ResponderEliminarDel lomazo... Hum... primero tendré que encontrar cinta de lomo por estos lares (el 95% de las carnicerías aquí está compuesto por salchichas y embutidos varios... ¿quién adivina dónde estoy?), y luego tendré que amaestrar a mi horno de IKEA. Así que probablemente tunee la receta mientras esté aquí y ponga la tuya en práctica como Frith manda cuando regrese al hogar paterno-materno :D; ya te contaré en cualquiera de los casos.
Por cierto, ¿deduzco de la sección "recetas" que vas a fusionar los blogs? Porque el otro también me gustaba mucho :).
De este prólogo, me choca muchísimo el cambio de registro a lo largo del texto. A decir verdad, iba leyendo el principio y preguntándome ¿dónde está Rafa? Hasta ahora creo que no habías puesto una descripción tan larga (probablemente, porque los textos eran más cortos XD), y por ello quizás la he leído con un poco de impaciencia. Me ha gustado mucho (sobre todo, tras una segunda lectura, más pausada) el segundo párrafo, sobre todo la imagen de las rejas del metro y del alcohol. Y, del resto del texto, la imagen del niño arqueólogo me ha hecho sonreír :).
Cuando he llegado a "Aunque, parafraseándolo a él, tal vez viviendo no sea precisamente la palabra que mejor lo defina." me he dicho: aquí empieza lo güeno. Y, efestiviwonder, a partir de ahí me he enganchado. Pero para serte 100% sincera, si me da por hojearlo en una librería, igual me hubiera quedado encallada antes de llegar al meollo del asunto. Pero bueno, eso es subjetivo.
Lo de la jefa de los abogados llamada "mamá" me ha parecido brillante, me ha sorprendido mucho. Y con lo de la voluta del anuncio, tres cuartos; como lectora me encanta cuando me adelanto a los acontecimientos y me dan en la nariz XD.
Tengo un saco de preguntas y críticas, pero ya vale de abusar del espacio de comentarios... Vale, sólo una chiquitita: twitter va con dos t :P
Felicidades por el relato, ¡espero poder verlo en papel! Anna
La receta de lomo me la apunto, tiene muy buena pinta.
ResponderEliminarSobre el prologo, yo te deseo la mejor de las suertes del universo, pero hay una cosa que me intriga, porque escribes novela de misterio? Se te da bien, muy bien, pero creo que tienes un talento natural para el humor negro y a veces, uno tiene que aprovechar lo que natura le da para llamar la atención... mira Rocko Sifredi XD. Besotes y suerte infinita
Eres increible. Cada palabra, cada frase te hace querer que la historia continue. Eres un gran escritor y es una pena que no todo el mundo disfrute de tus historias. Espero seguir emocionandome con lo que escribas. Un abrazo enorme. Carmen
ResponderEliminarPD:Felicidades por lo de Chihiro, vas a ser abuelo!!jaja