Pétrea divinidad y belleza.
“Me mira sin verme con sus ojos cegados, sabiéndome cerca, misteriosa, eterna. Me contempla complaciente desde su atalaya de mármol, ajena en apariencia, mas tan cercana a mi universo como el ansia de lo imposible que me inunda desde aquellos, los primeros días de mi infancia.
Me observa.
Sonriente a la luz del sol, divina entre las sombras, con la firmeza de la nada y a la vez etérea cuán sonrisa compartida o una verdad a medias contada me observa...
Emisaria de otros tiempos, salvaguarda de los muertos, ornamento del camposanto, estatua y mujer al tiempo. Soberana, sirvienta, reina...”
–Vaya mierda.
La opinión llega, como siempre, desde dentro. Hablando con la voz del genio cínico, del espectador inaguantable, del crítico interior, del villano no mentado, de ese grano que todos, en fin, tenemos a dos centímetros del ojete. Metafóricamente hablando, claro.
Espanto a una mosca que se ha posado en el teclado, me trago mi orgullo, me muerdo la lengua y doy una calada al cigarrillo aprovechando que mi mujer no está en casa.
–A este paso no vas a terminar nunca –me aguijonea, disfrazado de conciencia, divertido.
Trato de ahogar un insulto pero lo hago en blandito, sin fuerzas, y una palabra se me escapa entre los labios.
–Capullo...
No escucho su respuesta, que seguramente será aplastante, y me centro en volver a escribir.
“...Duro es el corazón de la dura piedra que no late en su interior hueco y sin escrápulos, mas tierna es su sonrisa, afable y asesina, embriagada de locura, sutil, imparable, certera...”
–Y todo eso lo escribe sin la ayuda de un diccionario de adjetivos, ¡qué figura! –me reta, sarcástico–. No, no es sarcasmo, es ironía –apunta corrigiendo mis pensamientos.
–Eh, no corrijas mis pensamientos –me quejo.
–Vale, vale, lo siento. Continúa, compañero –me invita, demostrando una sobredosis letal de campañas electorales.
Por dónde iba...
“...Soñé una noche con ella, con su blanca estampa inmaculada, limpia de lluvia y humedad. Serena. Sin el gotelé desvergonzado de los hongos y las impurezas que la vida a la interperie han pintado en sus miembros lozanos...”
–¿Interperie? ¿Con erre? ¿No es intemperie?
Me hace dudar, el maldito.
–No, no, es interperie –apunto muy seguro en mi inseguridad.
El cínico medita en silencio.
–Creo que te equivocas. A ver si va a pasar como con podredumbre, que estuviste años escribiendo “pobredumbre”, con be, hasta que esa lectora...
–De acuerdo, de acuerdo –acallo sus quejas y entro en wikipedia.
Ni que decir tiene que, una vez más, tiene razón el cabrito.
Corrijo mi error ante la sonrisa burlona que, sin duda, ha pintado en su desconocido rostro.
–Continúa, por favor –me invita, desdeñoso.
“...Era en su pulcra belleza soñada en la que sus labios, siempre entreabiertos en esa enigmática sonrisa, prometían un beso honesto con palabras tan ocultas como oscuras...”
–Se te está yendo la inspiración.
La voz me apuñala, más por la veracidad de sus palabras que por su intención.
–¿Y de quién será la culpa? –refunfuño.
–No mates al mensajero, hermano.
Lo miro mentalmente, sorprendido.
–Lo que tú digas, Snoop Dog.
Sonríe.
–Vas a tener que dejar de ver la Mtv de madrugada...
Vuelvo al trabajo.
“Unidos nuestros labios en esa onírica experiencia...”
–Uhm... lamento cortarte antes de llegar a la música de saxos y el ritmillo de peli porno, pero te has pasado de caracteres –me advierte.
Tiene razón, por supuesto, ¿quién lo duda?
Aún así los cuento.
–Mil ciento tres –por decir una cifra. Siempre he sido más de letras puras que de ciencias mixtas.
–Casi –se ríe el cínico–. ¿Cuántos te pedían?
–Doscientos cuarenta –respondo con la boca chica
–Vaya, por qué poquito –se carcajea.
–Voy a tener que cortar –suspiro.
–Ochocientos sesenta y tres –me sopla mi cinismo, al que se le dan mejor los números que a mí mismo. Perdonad el pareado ostentoso–. Ya puedes empezar, figura.
Meneo la cabeza y lo doy por imposible.
–Nunca se me ha dado bien el microrrelato –me quejo, porque eso de quejarme sí que se me da estupendamente.
–Claro, va a ser eso –se ríe mi sarcasmo.
Y así, de la mano, su ironía y mi empeño, volvemos al principio.
Relato chorra pero es que últimamente no puedo evitar sentir cinismo destructivo hacia todo lo que escribo. Es bueno, porque me evita avergonzarme de mi obra con el paso del tiempo y me hace reír y tal: La cosa es que soy incapaz de narrar una historia de amor sin pensar que los protas son un poquito... soplapollas (No me miréis así, es el término científico).
Un abrazo, feliz inicio de semana y gracias por seguir aquí.
Lo dudar y autocorregirme y pensar que escribo truños... eso tambien me pasa. Ánimo, lo tuyo es bueno! Besotes
ResponderEliminarjajajaja Pues espero entonces una historia de amor donde los protas sean unos ateos amorosos, que sucede también ojo.
ResponderEliminarTu dirás que no tienes musa, pero es un relato fantástico sobre una musa respondona y jartible. Con sentido del humor, y con razón también,
BESOS!
Buen texto sobre la inspiración.
ResponderEliminarMi problema es: que un microrelato se me queda corto, y una novela demasiado grande.Entre medias están mis miedos, miedo a no ser capaz de hacerlo, (no me han gustado nunca demasiado las reglas, por eso no suelo escribir en verso, aunque me encante saborearlo y leerlo), miedo a no ser capaz de expresar lo que quiero expresar y que todo se vaya a la mierda.
Un abrazo,
Rebeca.
uOOO! Tu voz interior y la mía se parecen! desde el tajante "vaya mierda", a la sonrisa burlona y la pedantería insufrible. No sé si lo tuyo era licencia poética, pero confieso que alguna vez la he mandado a callar en voz alta. Carajo, no conocía a nadie que le pasara. La tuya está siempre ahí pa' dar por saco o solo cuando escribes?
ResponderEliminarLo que tú llamas "cinismo destructivo" es bueno y es malo. Es bueno porque, como dices tú, te evita la vergüenza futura, pero es malo porque bloquea, frustra y aborta hijos "por si son feos". Y casi todos son feos al nacer. Por eso creo que es mejor escribir lo que te pida el cuerpo sonriendo ante las pullas del capullo interior (ole), dejar reposar el texto, y al releerlo, liberar la crítica. El resultado suele ser que la cantidad de mierda escrita se multiplica, pero por lo menos has escrito, la idea ha quedado plasmada. Y casi siempre hay una frase rescatable :); incluso con el paso del tiempo uno llega a sorprenderse de vez en cuando al releer textos antiguos.
Perdona el tochaco, pero me ha gustado ver que no soy la única pirada ^^
Anna
Me ha gustado. Me ha hecho recordar un poquito al ultimo señor de murcia. un beso
ResponderEliminarGracias por tus palabras.Espero decirte algún día que tenías razón en cuanto a la extensión de mis proyectos.
ResponderEliminarTe he mandado algo por email, que no sé si te habrá llegado.
Un abrazo,
Rebeca.
Me ha recordado a cuando pienso si inundación se escribe inundación o hinundación, se que se escribe inundación pero mi cabeza de lana piensa que se escribe con h y siempre que escribo esa palabra la escribo con h y claro luego lo leo. Pero bueno en fin. Me ha gustado el relato, pero a mí me gustan las historias con tus personajes con tramas de amor, ¿soplapollas? ¿Qué has estado pensando que crees que queda tan mal?
ResponderEliminarMañana presento el trabajo de marras. ¿Y a qué no sabes qué? Ya tengo impreso eso y a partir de mañana soy tuya y de los exámenes. (Más tuya, siempre soy un poquito más tuya :))
Amigo, otro gran "relato" con el toque de chispa que te caracteriza. Me he perdido un par de tus últimos posts, pero estoy hasta arriba de trabajo (que yo también trabajo, eh) y para colmo todo el follón del terremoto que nos ha tocado muy cerca (vivo solo a 20 kms de Lorca). Pero, bueno, estamos todos bien y seguimos adelante. No dejes de ser tú y de plasmar tu ser en tus relatos. Un abrazo.
ResponderEliminarjajajaja, qué bueno. Me arrancaste una sonrisa y eso se merece uno de mis besitos de colores... Smuaaaaaaaaaaaaacks
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