jueves, 21 de marzo de 2013

Anónima paseante.

Camina con la fuerza y la elegancia de una pantera en la selva, única conocedora de una sabiduría manifiesta en sus gestos, en sus andares, en ese aire suficiente con el que arroja su melena cándida a los oscuros albores de un atardecer que se hace noche. 
El semáforo ante ti se pone verde, pero ella, princesa infinita del tiempo que a su antojo maneja y recrea, se limita a caminar a paso lento, delicado, perdida en la cadencia de su propio caminar mientras escribe, decadente, un mensaje en su whatsup. 
Los coches esperan, parado el tiempo en la silueta que se recorta contra el sol rojo que ya muere, y cuando al final cruza, no puedes evitar avanzar tu coche y colocarte, a su paso, junto a ella. 
Da igual que tu esposa y tu hija te miren, sorprendidas, desde el asiento trasero: A veces hay que jugarse la vida a cara o cruz y tirarlo todo por la borda. 
Por eso te pones a su altura y bajas la ventanilla. Por eso te asomas y la miras, con una sonrisa anhelante. Cuando ella, con picardía, se hace la ausente, respondiendo de soslayo con su mirada a tus ojos; sonríes como un lobo y se lo dices:
-Gilipoooooollas. 
Niñatas pijas a mí... 
Con la boca llena y muy a gusto, sintiéndote como un pequeño Dios, dejas que el motor del coche cante un ronquido de satisfacción".

¡¡¡FELIZ JUEVES!!!

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