jueves, 28 de abril de 2011

Y otro relato más: Shupitos de sangre, idas de olla de una vampira

  Y seguimos de relatos. Continúo con el tiempo racionado con cuentagotas pero había prometido relato cómico. Así que, para que Sonia no me acuse de romper las promesas y aprovechando que ya está registrado y el cosecha eñe de este año permite que los relatos salgan en web mientras no estén editados en papel, os pongo uno de los que mandé a dicho concurso. Como gran fan de la saga de los vampiros de San francisco de Christopher Moore no puedo menos que rendírselo en tributo (si no habéis leído nunca a este tío estáis tardando) Y os aviso que está cortado (el relato, no C. Moore, porque es muuuuy largo [una vez más me refiero al relato]) Pido perdón a quien pueda ofender.
Espero que os guste o, al menos, os anime el día:


Shupitos de Sangre
Idas de olla de una vampira.


––¡¡Foto Twenty!!
 ––¿Eh?


––Te invito a unos “shupitos”.
Nos encontramos en el Marimba y me lo dijo así, de sopetón, sin presentarse siquiera y con acento argentino para más inri. ¿Cómo iba a imaginarme que detrás de su amable ofrecimiento había una segunda intención? Oh, vale, de acuerdo, nunca he sido especialmente inteligente. En palabras de mi propia madre, no soy la estrella que más brilla del firmamento, tú ya me entiendes, pero bueno... ya sabéis cómo son las madres. A mis dieciocho años y pese a no brillar tanto, tengo claras dos cosas en este mundo: “No” significa “no” y las madres son el regalo que Dios hace a las chicas para que no nos acostumbremos nunca a la felicidad. Algo así como un programa de entrenamiento intensivo para el matrimonio. ¿Lo dudáis? Pues es cierto.
El caso es que ahí estaba yo, a mis dieciocho años recién cumplidos, con mis estupendas caderas redonditas, unos ojos azules que ya querrían muchas y mi tipazo de animadora de las buenas, de las americanas, no esas escuálidas bailarinas europeas que parece que van a romperse por la mitad en cuanto sopla algo de viento. Y ahí estaba él: alto, delgado, con el pelo tan negro como las bisagras de la taquilla del gimnasio y un atractivo al estilo Madamme Tusseaud, es decir, en plan estatua de cera, aunque eso sí, argentina.
––Te invito a unos “shupitos” ––me dijo Pelito Negro en argentino. Lo afirmó, nada de preguntar, en plan sobrado. Menudo gilipollas. Pero como Raul estaba mirándonos y yo quería darle celos le dije que sí. Puede que Raul no sea alto, ni delgado ni tenga el pelo negrísimo como la página que fotocopias por quinta vez de los apuntes de la empollona de la clase pero es guapísimo al estilo macizo de revista, lo cual gana a estatua de cera por un porrón de puntos.
Así que me fui cogida del brazo de Pelito Negro para hacer rabiar a Raul y salimos del Marimba. Ya. Lo sé. Fue algo que mi madre habría metido del tirón en el interior del cajón de las Malas Ideas. Cuando me quise dar cuenta estaba tirada sobre el capó de un coche en medio de un callejón, con los colmillos de Pelito Negro clavados a fondo en mi cuello.
Ay, cómo me arrepentí en ese momento de no escuchar nunca a mi madre... Lo peor es que yo era incapaz de hacer ni decir nada. El tío estaba ahí, nutriéndose, mordiéndome el cuello como si fuera un chorizo patatero y haciendo un ruido raro al sorber, como de pajita en la Coca Cola cuando ya sólo queda hielo en el vaso. Y yo, quieta, dejando que manchara mi bonita melena rubia ––recién cortada y peinada en el Ino, que estamos hablando de casi cien pavos–– con mi propia sangre. Qué asco, por Dios. Menos mal que, a pesar de ser la protagonista del momento, yo era como ajena a todo lo que estaba sucediendo. Era como estar en un sueño viendo lo que te pasa desde lejos, mirando a esa especie de maniquí del H&M vestido de escaparate halloween babeándome el cuello sin ni siquiera decirme su nombre.
Repulsivo y chocante a partes iguales.

El tío se lo tomó con calma, así que me puse a divagar. ¿Por qué a mí? Yo no era gótica ni sabía nada de la poesía de Poe ni de Byron, odiaba los libros de vampiros excepto Crepúsculo, que es así como medio guarrete, y me encantaba la luz del sol. Por el amor de Dios ¡Había mil chicas que seguramente lo deseaban más que yo! Sólo en mi clase ya había cuatro que habrían dado su brazo derecho por convertirse en vampiro.
Elaboré mentalmente un cartel para la promoción del club del año próximo:

¡¡¡CHICA GÓTICA!!!
¿Harta de buscar la VIDA ETERNA y la INMORTALIDAD con escasos resultados?
¿Cansada de abismarte y de soportar a chicos ambiguos y mezquinos que prometen
MORDISCOS SANGRIENTOS y no llegan ni a CHUPETÓN?
¡¡HAZTE ANIMADORA!!
.-Porque los VAMPIROS las prefieren RUBIAS
Y tetonas, pero eso no lo iba a poner. ¿Quién sabe? A lo mejor todo esto servía para conseguir nuevas socias y aumentar el presupuesto. El club se estaba cayendo a pedazos.
Así, mientras me curraba mi ascenso a presidenta del club de animadoras, Pelito Negro terminó de alimentarse y se levantó, tan digno como un cirio y con el mismo aspecto lechoso en la piel. ¿No había sido suficiente mi sangre para darle un poquillo de color al muchacho? ¡Ay! A ver si al final mi madre iba a tener razón y yo tenía anemia...
––Lo siento ––se excusó pero lo hizo muy erguido, como si estuviera orgulloso de lo que acababa de hacer––. Ahora “sos” un vampiro.
Lo dijo tan firme y en un acento argentino tan cerrado que, inmediatamente, esperé que añadiera la frase aquella de Los Simpsons, la de “es la magia del tango de la muerte”. Él pareció pensar algo parecido pues, ahora sí, se sonrojó un poco y salió corriendo como una exhalación.
Yo me quedé un poco turbada después de compartir algo tan íntimo y, llevada por la magia del momento, no pude menos que gritarle un “¡¡Tonto del culo!!” mientras desaparecía por la esquina del callejón. Por mucho que digan Anne Rice y Stephanie Meyers, ya sabéis, las escritoras de Lestat y Crepúsculo, que te muerdan el cuello, te chupen la sangre y te conviertan en vampiro no tiene ni puñetera gracia. Que encima tu sire sea un argentino friki de los Simpsons... Eso ya es de juzgado de guardia y dice muy poco de las leyes del karma y de la justicia divina en general. ¿Entre nosotros? No estaba muy segura de querer seguir viviendo en un mundo que permite que tales cosas ocurran, pero estrictamente hablando acababa de morir, así que de vivir ya, poco.
Me recompuse como pude y volví al Marimba, donde me esperaban Raul y el resto. Acababan de convertirme en vampiro y mi camiseta de Bershka estaba echa polvo, de acuerdo, pero no pensaba perderme el primer viernes después de los exámenes ni muerta. ¿Pilláis el juego de palabras? Para que luego me suspendan en lengua. En fin, el caso es que volví a la disco.

A éste no le han dicho que no, significa NO.

La noche del viernes fue increíble. Bueno, me dio un poco de pena Raul por aquello de que me lo comí y tal, pero fue sin querer: Yo era una novata total, ¿cómo iba a saber que si me bebía toda su sangre estallaría en una nube de humillo y polvo negro? Pensé que se convertiría en vampiro, igual que yo, no que lo dejaría todo perdido como cuando papá todavía vivía en casa y se quedaba dormido en el sofá con el cenicero encima de la barrigota y se daba la vuelta y ¡Ala! toda la ceniza a la alfombra y mamá con un cabreo de no te meneés. Pero bueno, quitando ese pequeño detalle, por lo demás fue como un sueño. Estuve bailando toda la noche sin cansarme ni un poquito ¡Ni siquiera sudaba! Y el tabaco ya no me molestaba ni lo más mínimo. ¿Que alguien fumaba al lado mía? Pues dejaba de respirar y tan tranquila. Al final se me olvidó respirar y todo, hasta que Gloria me empezó a mirar con cara rara y suspiré un poquito, aunque sólo fuera para que se tranquilizara. Así que sí, en eso Anne Rice sí que acertó: superfuerza, agilidad, resistencia... Soy algo así como Spiderman pero sin mallas, o con mallas de colores de primavera en todo caso. En cuanto a todo eso de los poderes de encanto e hipnotismo de los señores oscuros... pues no sabría deciros. Vale que tío macizo en que me fijaba, tío macizo que se me acercaba, pero no estoy segura de si eso es por que soy un vampiro o porque estoy bastante buena, así que por ahora lo dejaremos en un no sabe–no contesta.
¿En resumen? Una gran noche. Casi estaba dispuesta a buscar a ese engendro argentino para darle las gracias y, no sé, regalarle unos calzoncillos de Bart Simpson o algo así, en plan maja.
Hasta que se hizo de día. Y bueno...
Je.
Tengo que decirlo: Vamos a ver, autora-de-cierta-saga-de-vampiros-muy-famosa de los cojones. Sí, tú, ya sabes de quién hablo... ¿Qué mierda es esa de que el único problema que tienen los vampiros con la luz del sol es que les brilla la piel? ¿Cómo te atreves a escribir eso y quedarte tan pancha? ¿Tú estás de guasa o sólo medio gilipollas? A ver, criatura infeliz, la luz del sol QUEMA. Perdona el hip-hop, pero quema “pa” sus muertos, tronca. Nada de brillar como un gusiluz ni de abdominales pintadas, ni nada de eso. Sólo fuego y un dolor que ríete tú de la regla más chunga que hayas tenido, que es como si te ducharas en pelota picá con una mezcla de mostaza, guindilla y trocitos de cristal mientras te bebes de un solo trago media botella de absenta roja para ti sola. Así que cuidadito con lo que escribimos, maja, porque no tuvo ni puñetera la gracia.
Vampiros brillantes. Pues sí que...

Por suerte el Marimba tiene un sótano estupendo, aunque eso es lo de menos. Prueba a llamar a tu madre y a explicarle que no vas a volver a casa en todo el día porque te han convertido en vampiro contra tu voluntad. Maldita generación móvil.
––Esto... ¿Mamá? Soy yo, Sandra ––pregunta absurda: ¿Por qué decimos quiénes somos cuando sabemos perfectamente que en la pantallita del móvil aparece nuestro nombre?
––Hija, estaba dormida, ¿qué quieres?
Antes mamá se despertaba todos los días a las ocho como una campeona, pero después del divorcio podías darte con un canto en los dientes si se levantaba antes de las once y media. Sé que no es importante pero lo digo para que conste, para que luego no digan que una secretaria de veinticinco años no te cambia la vida.
––Mamá que.. esto... que no creo que pueda volver a casa en todo el día.
––Vale, le diré a tu hermana que meta sólo dos pizzas en el horno.
Auch.
––Mamá, ¿no vas a preguntarme si estoy bien o algo?
Una pausa al otro lado del teléfono. Diez a una a que se estaba quedando dormida otra vez.
––¿Eh? Sí, claro. ¿Estás bien o algo? ––¿Se puede ser peor persona?
––Pues no, no estoy bien, mamá ––vale, sí, lloriqueé un poco. Joder, no todos los días te convierten en vampiro y descubres que el sol quema una barbaridad. Tenía que inventarme una historia, y tenía que hacerlo rápido––. Me ha mordido un tipo, mamá, y me ha convertido en un vampiro, para que los sepas ––Mierda, soy horrible inventando historias. Es que no soy de malas notas y suelo portarme bien, así que no estoy acostumbrada a mentir. Al menos no le dije que el tío era argentino. Además, que se joda.
––¿Un vampiro? Eso es estupendo, hija. Nos va a venir genial para arreglar las goteras del techo.
Así es mi madre, práctica como ella sola.
––Pero mamá, quiero volver a casa y el sol...
––Calla, tonta, calla ––¿será puñetera?–– Con lo bonito que debe ser que la piel te brille.
Y tal cual lo dijo me colgó. Con lo bonito que debe de ser que la piel te brille. Ja. ¿Os he dicho ya que me cago en Crepúsculo y Stephanie Meyers?
Mierda, ya lo he dicho.

Y fin, por ahora. Espero que os guste (a mi vejez y escribiendo como una vampiresa adolescente...) Y prometo la segunda parte si a alguien le apetece seguir leyendo.
Un abrazo y gracias por llegar tan lejos.

7 comentarios:

  1. Jajaja, muy bueno. Estas sembrao ultimamente. Un abrazo.

    PD: la verdad es que la chorrada esa de que los vampiros brillan al sol...solo podía salir en "crepusculo"..jajaja

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  2. Jajaja! Por supuesto que nos gusta esta vampira anti-heroína tan salá!! (Y un poquito chocho loco también, por el despiste que gasta!). Especialmente, desde que desaparece Pelo Negro, el relato pilla una intensidad y un giro humorístico detrás de otro, que me lo he bebío. Da igual que fuera sangre o coca-cola, niño, de un shupito!
    BESOS!!

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  3. Jajajaja, que bueno!!! Cómo me he reído!! xD

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  4. Eres un crack en esto del humor satírico!jajaja
    Pobre S.M...Y yo que tengo la saga, e incluso su THE HOST...(no me riñas!!!)Aunque he de reconocer que le sobra noñería y le falta mucha sangre.

    Para vampira, mi "Elizabeth Bathory"! algún día si me animo, cuelgo en mi blog, algún fragmento de mi relato sobre ella (aunque sea demasiado "fuerte", por su mezcla de tortura, gore, y algo de porno);-)
    Mi lado Cradle of Filth...xD

    Un saludo,

    Rebeca.

    P.D: Te costaría leer con el antiguo fondo, por tu vista viciada de tanto leer, porque lo de viejuno...siendo del 78.
    Yo comparto mi vida, con uno del 74 y no le considero viejuno!!Aunque me saque 11 años!!;-)

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  5. jajajaja!!! la piji vampi me ha conquistado! aquí fan mega fan de anne rice! gracias por cumplir tu promesa!!

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  6. Buff, mi madre seguro que hubiese dicho eso de "es que vais sin pensar, y luego yo lo tengo que arreglar todo, ahora tu madre sin dormir, me vais a matar a disgustos". Pero cada madre es como es XD. Me ha encantado. Besotes

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  7. "“No” significa “no” y las madres son el regalo que Dios hace a las chicas para que no nos acostumbremos nunca a la felicidad."

    Brillante!

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