miércoles, 13 de abril de 2011

Esos hijos de la Gran Bretaña (O por qué Hitler no solía matar negros)

Soy apolítico. No, en serio, apolítico de verdad. Me considero, más o menos, artista, y cuando el arte se rinde a la política se convierte en propaganda. Creedme, como publicista que he sido muchos años, no hay nada más rastrero, más ruín y más abyecto que la propaganda. Bueno, sí, la política en sí misma, el mayor mal de la humanidad o, en palabras de un borracho (seguramente fuera yo) el invento de alguien sin poder ni inteligencia para justificar un motivo por el que subyugar al pueblo.
Así que sí, soy apolítico, pero eso no significa que no me guste hablar de política, especialmente cundo la tontería de la gente alcanza cotas alarmantes y empieza a entrarme ese mareillo en el que se mezclan las ganas de renegar de mi condición de ser humano y la necesidad de sumir al planeta en un invierno nuclear... quiero decir... en un jodido invierno nuclear. No, no me miréis así: Todos sabíamos que esto no iba a durar. Antes o después iba a tener que meter la pata, y voy a hacerlo por la puerta grande, hablando de historia, que para quien no lo sepa, es la mejor aliada del enemigo de la estupidez humana.


Hace poco hablaba con Shei del nacismo y de cómo los alemanes han tenido que cargar con el sanbenito de “racistas hijosdeputa” por culpa de un enano con bigote y un par de errores del pasado o, mejor dicho, de un par de malas interpretaciones de los hechos llevadas a cabo, como suele pasar, con un mucho de mala leche y un más aún de interés económico. No me malinterpretéis: el holocausto judío fue un crimen terrible, como diría el sargento de hierro: una de las mayores hijoputeces de la historia humana, pero eso no significa que no haya habido otras, tan terribles o más, que permanecen relativamente en las sombras por el mero hecho de que sus víctimas no eran judíos, o lo que es lo mismo: no son los dueños de la meca del cine.
Me viene a la cabeza, por ejemplo, el tema del Apartheid, el segregacionismo de Sudáfrica, que actualmente está tipificado como delito en el código jurídico internacional pero durante más de cincuenta años fue el régimen legal en la mencionada Sudáfrica. Para no calentaros demasiado la cabeza (podéis buscar más datos por la web) Os resumiré el tema: El Apartheid nació como una serie de actos racistas que terminaron tomando forma legal tras la elección del partido nacionalista en 1948 (el primer presidente, para que os hagáis una idea, fue Daniel Malan, pastor protestante y piedra de toque de este segregacionismo. Sin comentarios). Básicamente, la población blanca (británica y holandesa en su mayoría, ¿pilláis ya lo de hijos de la Gran Bretaña?) pretendía el exilio de la población negra a diez estados independientes con unas excusas bastante pobres sobre su nacionalidad. Para ello, se regulaba hasta el límite la vida de dicha población, prohibiéndoles el acceso a servicios, limitándoles derechos constitucionales tales como la integridad física, la libertad sexual o, directamente, la vida. Podéis ver en la red miles de carteles de lugares exclusivos para blancos, lo que no veréis es la cantidad de violaciones, asesinatos, robos y demás lindezas humanas que ni siquiera fueron investigadas, cuando no ocultadas bajo el régimen racial de Malán y sus herederos. Esto dio lugar a episodios trágicos como la masacre de Sharpeville y la tortura y encarcelamiento de hitos de protesta contra el apartheid como Nelson Mandela y Steve Biko, a destacar el asesinato por tortura de Biko, del que hay una película bastante interesante: Grita Libertad, rodada mucho antes de Pearl Harbour o Cartas de Iwao Jima. También podéis echarle un ojo a Una árida estación blanca, que habla de la resistencia del propio pueblo blanco frente al apartheid.
Pero no sólo del Apartheid se alimenta el racismo, y si no al dato. Seguro que todos habéis oído hablar hasta la saciedad de la famosa guerra civil americana, esas movidas entre norte y sur, los federales y los confederados dándose de leches en el Gran Cañón mientras los indios norteamericanos (los pocos que los británicos, curiosamente, habían dejado con vida) vendían la poca dignidad que les quedaba por un par de fusiles estropeados con la vana esperanza de recuperar sus tierras. Guay. Todos sabemos que el norte le declaró la guerra al sur para abolir la esclavitud que sufría la población negra, ¿verdad? Resulta, por tanto, curioso, que una vez terminada la guerra, con Franklin jugando con sus cometas, Abraham Simpson, digo... Lincoln, super orgulloso de la muerte con su barbita de tipo majo y todo el resto de los padres de la patria (no me miréis así, no he estudiado historia norteamericana), nadie se preocupó realmente por los derechos de los negros que, supuestamente habían sido salvados por los buenos blancos del norte. Se les prohibió utilizar los servicios, estudiar, comprar en establecimientos e incluso tomarse una maldita cerveza en una terraza cualquiera. No contentos con eso, el norte se cerró a la población negra, donde durante muchos años no estaba tipificado como delito matar a una persona de color... bueno, de color negro. Y cuando se tipifico ese delito, tampoco sirvió de mucho, pues la mayoría de las veces la policía y los tribunales no hacían nada al respecto.
Así, la situación de facto, fue que el norte se hizo con las riquezas del sur, siguió explotando a los esclavos, que ahora eran libres... de trabajar por un sueldo de mierda para la unión, y aumentó aún más si cabe el maltrato a los africanos. Pues si algo nos ha enseñado el antiguo derecho romano es que a los esclavos se les cuida, que para algo valen una pasta, pero a la mano de obra barata... pues lo dicho. Por cierto, esto me recuerda... Ya que hablamos de los colonos estadounidenses, os recomiendo que leáis El valle de la Muerte, de Sir Arthur Conan Doyle, que a pesar de ser británico no esquiva los delitos de su pueblo (bue, al fin y al cabo es escocés, y esos son más irlandeses que británicos) y le da un buen repaso a la religión de la reina inmortal poniendo como centro a Sherlock Holmes. No tiene desperdicio. Y ya que hablamos de escritores británicos... ¿Soy el único que piensa que Dickens era pederasta de tipo sado? Joder, qué fijación tenía el mamón con los niños maltratados... Pero espera, que me voy del tema...
¿Más episodios apasionantes de la historia? Bueno, podríamos hablar de la ayuda de “mis amigos americanos” a las colonias españolas para su independencia: Cuba, Méjico, Filipinas... Ayuda que se convirtió en una explotación a posteriori de sus riquezas, dejando a estos pobres países en el estado actual en que se encuentran. También podríamos hablar de Paracuellos de Jarama, la matanza de Paracuellos y el asesinato de miles de españoles cuyo único delito era enfrentarse a la República. Estos asesinatos fueron en su mayoría, firmados por Poncela, delegado de la junta de defensa de Madrid, encabezada en ese momento por Santiago Carrillo, sí, hombre, sí, ese vejete tan simpático que sale en Aida y al que hace cuatro años le inauguraron una calle (Más datos). Podríamos hablar de cómo unos son unos cabrones reconocidos, como el tito Paco, Hitler, Chauchescu y Bush; y de como otros, igual de cabrones, se han convertido en héroes a pesar de tener miles de muertes a su espalda, como el mencionado Carrillo; el tonto de Lenin, que empezó la guerra por un quítame allá ese hermano con los Romanov; el bastardo de Stalin, que mató él solito a más comunistas que las fuerzas del eje, los americanos y los nacionales en toda su historia; Barak Obama, que pese a todo lo que dijo sigue sin aceptar el pacto de Kioto, mantiene abierto Guantánamo, sigue mandando tropas a Irak y, no contento con esto, recibe el premio nóbel de la paz como quien está todo el día salvando gatitos. Podría hablar de los campos de concentración de Miami o los que se establecieron por todo el territorio estadounidenses para más de 120.000 japoneses tras el ataque a Pearl Harbour; podría hablar de Siberia, donde los presos (muchos de ellos españoles) se veían obligados a alimentarse de otros presos para sobrevivir o de la campaña de manchuria y las torturas de los mercenarios turcos; podríamos hablar de la caza de brujas, de lo que lleva años pasando en Israel, de lo que pasa ahora mismo en la India con los niños, o en Río, que es una peli super diver de dibujos, y un sitio en el que diariamente aparecen niños muertos como perros bajo periódicos viejos. O en China, o en África... pero sé que para muchos sería en vano, así que tendré que esperar a que la Metro o la Warner hagan una película sobre todo esto. ¿Quién sabe? Fijo que si la dirige Michael Moore y la protagoniza Javier Bardem os lo creéis.
Y para el resto, para los que sabéis de qué va todo esto, para los que sabéis que el Che fue un libertador, sí, pero también un médico y un asesino, para los que veis más allá de los créditos de la peli y entendéis que detrás de toda guerra lo único que hay SIEMPRE son intereses económicos, odio antagónico y un iluminado que, para qué mentirnos, folla poco, sólo deciros que aguantéis y leáis un poco.
Siempre es interesante saber algo más que lo que Giliwood quiere que sepamos.

1 comentario:

  1. Chapeau! No he de decir nada más porque creo que esta entrada lo dice todo. (Y seguramente algún día el tema vuelva a salir, que es uno de esos que tiene tela). En general saber historia más allá de la que nos dan en el instituto y la que nos cuentan en las películas americanas sirve para tener una mirada mucho más amplia. Si no a día de hoy sería como uno de esos estadounidenses que dicen que el terremoto de Japón es obra de Dios por lo que ocurrió en Pearl Harbor.Y si no mira Hitler, que al final se ha convertido en un chiste...

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