domingo, 17 de abril de 2011

Esos bichos tan cachondos


Chihiro, poniéndose de pie para ver en la calle las obras del
cableado de Ono, en la más pura tradicción jubileta.
Foto real, sin coñas ni trucos, tomada en el tercer piso, el de
Ronda de Calatrava en 2oo5 o así.  

Hay una frase de Padre de Familia que, cuando la escuché, se me quedó grabada: Chris se gira hacia su hermana Meg y le dice: "A ver si adivinas la palabra en la que estoy pensando, y no es gatito...". Meg le responde "Gatito", y Chris grita "Sal de mi cabeza, sal de mi cabeza".
Vale, sí, una chorrada, pero me sentí identificado con el gordo de la gorra. Porque sí, si hay una palabra que se repite en mi cabeza, de forma un tanto rara, esa es gatito. Supongo que es por ello que mi gata, Chihiro, sale en todo lo que escribo, aunque sea de actriz secundaria.
  
 Foto de chiquitillo con Mike Hammer,
un gato puñetero y duro como él solo,
aunque de jovencico no la pareciera...


Lo mío con los gatos va de largo. Cuando era chiquitito (sí, el enano de la foto soy yo con cinco años. Qué pelazo tenía entonces, madre) mi abuela tenía un chalet en La Laguna en el que se reunían, a lo tonto a lo tonto, la friolera de más de veinte gatos (y un ficus gigante y una tortuga, porque la vida, a veces, tiene un sentido del humor raro). No es que mi abuela fuera una loca de los gatos ni nada de eso, angelico mío, de hecho vivía con nosotros en casa de mis padres; era sólo que los chalets de la zona habían ido desapareciendo (ya sólo queda uno, el de la carnicería) y los gatos, como los irreductibles galos de Uderzo y Gosciny, habían ido haciéndose fuertes en el último bastión felino de la resistencia gatuna, o dicho con menos gilipolleces, habían terminado todos en el chalé de mi abuela.
Chihiro esta mañana, dándole el coñazo a Eva
mientras intentaba pintar, como siempre.

Mi obsesión, pues, desde los cuatro años, cuando desgraciadamente murió mi abuelo y mi abuela se vino a casa, era ir al chalé a jugar con los gatos. Especialmente me gustaba ir en verano, después del celo, época en la que, en compañía de mi abuela, buscábamos gatitos recién nacidos bajo el rosal o la madreselva para empezar a inventar nombres. Luego cumplí los trece y los gatos dieron paso a otras preocupaciones, como las chicas y lo que sus ropas escondían. No obstante seguí sintiendo una especial conexión con los gatos, esas mascotas independientes y altaneras, llenas de orgullo y cariño, que me hacían sentir especial si frotaban su hocico en mi pantorrilla o ronroneaban al acariciarles yo la barbilla.
“¿Y a qué viene todo esto?” Os preguntaréis. “Macho, que ya hablaste de gatos la semana pasada, so cansino”. Y vale, sí, lo hice, pero no me quedé contento con el resultado. ¿Por qué? Porque no os dije, por ejemplo, que el destino, que es un cachondo, ha querido que, con el paso del tiempo, Eva y yo tengamos una casa, una casa con jardín como el de mi abuela, y que ahora sea nuestro gata, en nuestra casa, la que se pasea arriba y abajo como la campeona que es, retando a las gatas de las vecinas a pisar su territorio, orgullosa, y persiguiendo a los gatos machos del vecindario como si le fuera la vida en ello, porque los tiene buen puestos, por algo es de la familia. Ha querido el destino, cachondo él, que un buen día saliera de la mata de enredaderas una tortuga (primero Raphaello, por las Teenage Mutante Ninja Turtles, finalmente Señor Tortuga, por Me llamo Earl), bien parecida a la de mi abuela, para solazarnos con sus piques con Chihiro. Y ha querido el destino regalarnos un rosal como el que mi abuelo cuidaba con mimo y con celo.
Chihiro tomando posesión de la mesa de merendero que terminé
de construir el miércoles, a base de taladro y clavarme astillas.
Me cago en Leclerc y sus muebles "prefabricados".

Por eso no es raro que ahora, a mis treinta y tres años, me despierte una mañana soleada de domingo como ésta y, un poquito nervioso, busque bajo el rosal en esta versión felina de los huevos de Pascua, cruzando los dedos por encontrar un gatito recién nacido al que ponerle un nombre.
Chihiro, el Señor Tortuga y el Samurai de la Barbacoa.
Horas de diversión concentradas en estos tres mamoncetes.

¿Ñoño? Seguro, ¿y qué problema hay? Sé que, desde el cielo, mi abuela me observa divertida jugar con los gatos, coger cochinillas y cazar arañas y lagartijas para echarlas en las macetas como lo hacía de pequeño en su jardín. Y mi abuelo, el culpable de todas mis bohemias tendencias, menea la cabeza cada vez que podo el rosal o aprisiono la tierra sobre sus raíces, deseoso de darme algún consejo que, sin duda, haría crecer las flores aún más hermosas.
 Va por ellos este post, Y por Fofito, PapaNoel, GataLoca, MikeHammer, Perla, Machín, GataMadre, Serena, Morisca, Gatonto, Pitusa, Acobardao, PanteraRosa, Gemelos y todos los gatos que, alguna vez, compartieron nuestras tardes, nuestros “cafelitos” de agua con azúcar y las largas cacerías de lagartijas.

7 comentarios:

  1. Chihiro se deja fotografiar... ¡¡Mishi nunca!!

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  2. ¡Me gusta como escribes! He llegado aquí desde otro blog; estaré atenta a nuevas actualizaciones ^.^
    Anna

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  3. Si tuviste un gato llamado Mike Hammer, tienes toda mi admiración infinita. Yo que quería tener uno para llamarle gata sombra o rondador nocturno... ains. Besi

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  4. La primera vez que quedé contigo a tomarnos un café, (Bueno tú un whisky y yo un colacao pero es lo mismo) el moemnto en el que pensé "¡Oh que increiblemente majo que es!" Fue la historia en la que me explicaste porque Chihiro se llamaba Chihiro. Así que veo normal que le hagas otra actualización. Me gusta un montón la foto con EL Señor Tortuga. QUé narices, me gusta el señor tortuga...
    A ver si en un par de días me leo "El último señor de Murcia" , ya dejamos lo de mirar el otro cuando puedas :)

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  5. Si es que los gatos son tan monos... *o*
    Y el Señor Tortuga mola xD

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  6. Hombre, Mai, es que con ese nombre... XDDD Ná, es coña. Prueba a colgarle algo del móvil y fijo que se deja.
    Anna, muchísimas gracias por dejarte caer por aquí, será un placer verte por estos lares.
    Hellen, ¿Gata sombra? pedazo de nombre para un gato, y gran personaje. Yo quise llamar a Chihiro Gata Blanca (por Felicia, pero en opuesto) aunque la cosa no cuajó.
    Shei. Dios, y que a pesar de todo siguieras queriendo ser mi amiga... me encanta recordar esos primeros días. Bueno, y los segundos, y los terceros, y todos los demás ^^P.
    Jejeje MGS, se me acaba de ocurrir la próxima entrada del blog gracias a ti, aunque la dejaremos pa mañana, que hoy toca hacer rel piso de arriba (buf)

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  7. Y por mi Eros, que vivió, durmió y hasta estudió en mi regazo desde la EGB a las opos de secundaria (llegó a los 17, ossea, tiempo tuvo). Saludos de la playita de las mujeres con una levantera que ya se me había olvidao a mi...me dan ganas de volver a raparme al 3 cuando salta jajaja
    Un besazo!

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