lunes, 28 de marzo de 2011

Bienvenidos.

Por conocernos un poco mejor.

Bienvenidos a este pequeño rinconcito literario en el que espero poder ofreceros relatos, opiniones, tiras cómicas y alguna que otra sorpresa.
Para lo que aún no me conozcáis, mi nombre es Rafa, bueno, Rafael del Río Aguirre, pero lo dejamos en Rafa del Río, que es más cortito y no entra en conflicto con los derechos de imagen de mi padre, que es quien de verdad se ha ganado a pulso el derecho al nombre completo de Rafael.
Nací en Cádiz allá por el 1978 y a muy tierna edad nació en mí la vocación de la literatura. Primero en forma de lector para asombro de mis padres, que al cumplir yo cinco añitos y tras haberme leído todo lo que la buena de Enyd Blyton (ponga usted la diéresis) había publicado, ya no sabían qué hacer para alimentar mis ansias lectoras; y posteriormente como escritor o 'intento de', ya fuera con cuentos, relatos cortos, pequeños poemas o incluso historias improvisadas narradas directamente sobre la marcha (lo que en otro cúmulo de circunstancias suele llamarse "mentiras"). Pronto dos nuevas aficiones se unirían a esta vocación literaria: Lo fantástico (desde lo esotérico a lo caballero, de lo mágico a la ciencia ficción) y el dibujo. Tal vez eso explica por qué no me fue demasiado bien en la carrera de derecho, pues aunque la política y la legislación española no dejan de ser, en ocasiones, una forma de fantasía, su mentira es tan cruel y descarnada que ní siquiera una cabeza tan alejada de la tierra como la mía podía con sus requisitos. 

Quisieron pues, los hados, que encaminara mis pasos ya a tan tierna edad por la senda de la escritura, consiguiendo pronto trabajo en varios sitios. Inicié así mi andadura como redactor de ocio en la revista Minami, publicación de manga y videojuegos que tenía, por aquel entonces, mucha importancia en nuestro país. por cierto, léase manga como címic japonés y no como aditivo de tela para los brazos en las prendas de ropa, que eso es otra cosa. Con el tiempo (más de siete años) pasaría a ser redactor jefe, director en funciones y, finalmente, director de la misma, pero eso es otra historia. Aproveché el trampolín que Minami supuso para entrar a colaborar con otras publicaciones del mismo corte, haciendo gala, asímismo, de los conocimientos sobre animación japonesa, cultura oriental, videojuegos y demás formas de ocio juvenil que mi situación como aficionado a los mismos, estudiante del tema y practicante de aikido me procuraban. (Aikido, camino de la energía universal. Arte marcial basada en la disciplina de combate samurái creada por Jûbey Jagyu y en la escuela Nitten Ryu de Miyamoto Musashi, famoso samurái de finales del siglo XV principios del XVI).
El salto tuvo éxito y pasé así a colaborar con muchas de las revistas de ocio juvenil de finales de los noventa, principios del año 2000, publicando artículos en Shirase, Animedia, Gamestop y colaborando con varias publicaciones de fancines (ediciones hechas por aficionados) tanto como escritor como ejerciendo labores de dibujante.

Mientras tanto, al mismo tiempo que mi carrera como escritor nacía, mis manos me lloriqueaban por hacer algo más que dar collejas en el dojo (gimnasio, para los más castizos) y apretar botones, ya fuera en el teclado o en el pad de la videoconsola, así que hube a bien comenzar a especializarme en mi otro campo: el grafismo.
Comencé a colocar tiras cómicas en las revistas con las que colaboraba como escritor, publicando en algunos cómics de la época e incluso llegando a colar una animación flash propia en la televisión, si bien fue en un programa de no demasiada audiencia  y en un canal más bien olvidado: Localia. Tras conseguir el sueño de todo aficionado al manga: publicar una tira cómica en Japón, en la revista "Al sur de los Pirineos" con la que colaboraba como redactor de cultura española, entré a trabajar en un estudio de diseño gráfico en el que aprendí bastante a la vez que lanzábamos varios proyectos tales como Gadita, diseños de ropa de vuelo para la escuela Lijarsur, animaciones cachondas para la web, grafismo publicitario para el diario deportivo Marca y algún que otro encarguillo, a destacar la página web del Cádiz, que por aquel entonces acababa de subir a primera.

En 2003 la vida me llevaría a trasladarme a Ciudad Real y, tras abandonar todos mis trabajos excepto el de Minami, un nuevo mundo se abrió ante mí. De 2oo3 a 2oo5 estuve trabajando de maquetador y redactor ocasional de tendencias de ocio en La Tribuna de Ciudad Real, para posteriormente pasar a realizar grafismos para Lince y CR2ooo. Mientras tanto, seguía trabajando en Minami y comenzaba a escribir el que sería mi primer libro publicado: El manuscrito de Fuego, que vería la luz en 2007 de la mano de Pearson Educación. 
Sería ese mismo año, 2oo7, cuando decidí retirarme de las imprentas y trabajar exclusivamente desde casa, realizando encargos de diseño para empresas y amigos y escribiendo, como loco, varios relatos y novelas, entre ellas "El último señor de Murcia", una historia alocada e intimista sobre la verdadera amistad; "Pathraiser" una novela de sci-fi a la vieja usanza, aunque eso sí, para adolescentes; y "Espiritismo para bobos", una novela enorme que narra las aventuras de cuatro chicas de intituto, un fantasma, dos vampiros y el apocalipsis. Una locura.
Actualmente trabajo en intentar conseguir la publicación de estas novelas y sigo escribiendo nuevos proyectos, entre otros este blog que, espero, sea de vuestro agrado y en el que os animo a participar y a preguntar y aportar todo lo que se os antoje.  
 Una vista de mi rincón de escribir.
El gato puede parecer accesorio pero está presente
en más de mis obras de lo que me gusta reconocer.


Y bueno, sobre mis gustos literarios, decir que me gusta leer sería desperdiciar una estupenda ocasión de utilizar la expresión "maldito obseso loco de los libros". Soy aficionado a la ciencia ficción clásica, con especial atención a los tochos infumables de Asimov, H. G. Wells y Clarke o los libritos, en ocasiones más complicados, de Philip K. Dick, Ray bradbury y compañía, sin olvidar a Huxley, Frederic Brown y Roger Zelazny. Añadiría a Orson Scott Card, pero sólo en los primeros títulos.    
En la fantasía empecé, como todos, con Dungeons and Dragons y, como todos, pasé a la calidad del maestro Tolkien y actualmente rechino mis dientes cada mes que pasa sin que Goerge R. Martin saque el maldito quinto tomo de Canción de Hielo y Fuego. ¿Más nombres? Joe Abercrombie, Scott Lynch, el inagotable Michael Moorcock y el pareado Weiss-Hickman, que tienen algo que me recuerda a la infancia.
Y siguiendo con los temas frikis, me pirra la literatura de coña. Ya sabéis, esos libros con los que sabes que vas a reírte sí o sí. Actualmente comparto mi pasión por Terry Pratchet (autor del mundodisco, del que soy feliz y orgulloso poseedor de todo lo publicado) con Pierce Anthony, Goerge Douglas y Christopher Moore, cuyos libros (Chúpate esa, La sanguijuela de mi niña, El ángel más tonto del mundo, Cordero, el Bufón...) tratan todo tipo de temas, desde los vampiros hasta la obra inmortal de El rey Lear, siempre desde el humor más descarnado y la sátira más leal. Dentro de este saco iría también la saga de El Enano Rojo, los libros de Jim Butcher y su particular Harry Potter puretón y varios que, ahora mismo, no localizo.
Pero no sólo de temas ligeros vive el hombre, también disfruto a veces de un buen libro sesudo y "respetable". Me gusta la poesía, ligera y no tanto, desde los ya clásicos del colegio: Rubén Darío, Garcilaso de la Vega, Fray Luis de león, Gustavo Adolfo Becquer y compañía hasta los extranjerismos Edgar Allan Poe y Byron. A Yates nunca pude tragarlo y prefiero a los clásicos griegos que a los castizos contemporáneos, no por cuestión de odio, sino porque no ha caído en mis manos nada que me resulte interesante. En cuanto a tratados políticos, económicos y todo ese rollo, me quedo con El capital de Rousseau, las maravillas del maestro Kafka, Platón y sus idas de pelota y el amigo Michael Ende. Thomas Mann me lo hizo pasar mal con su Muerte en Venecia, pero siempre tengo un pero para esa historia. En cuanto a Nietszche... Que me perdone Nietszche, pero si no hubiera estado tan malito yo habría jurado que se cachondeaba de la gente con sus libros.
En cuanto a best-sellers, uso más bien pocos. Tengo la política de no leer ningún libro que tenga más grande la tipografía del nombre del autor que la del título de la obra, seguramente por pura y mordaz envidia. Se salvan de esta regla  los casos honrosos de Stephen King, Pratchett, Moore, los libros anteriores a la llamada evangelista de Ann Rice y algún otro, que no tienen la culpa de la política editorial.

Y ya no os canso más. Otro día, si quereis, hablamos de música o de pintura.
Un saludo,

 
Rafa


2 comentarios:

  1. J no podía creer lo que la pantalla del ordenador estaba mostrando ante sí. Cómo un mensaje encerrado encerrado en una botella, encontrado en la orilla de una playa, aquél blog venía a llamarlo directamente a él. Mientras leía las primeras lineas de la biografía de Rafa, un torrente de recuerdos brotaron en su mente, arrasando con cualquier otro pensamiento: San Felipe Neri, la Biblioteca Provincial, los libros de Barco de Vapor, las tardes en el parque, las partidas de rol o de videoconsola... Toda una vida pasó ante sus ojos.

    Por fin volvía a saber de aquél amigo al que la vida, el tiempo y el mundo separaron, aquél que fue a la vez su mentor, yu camarada y a veces su alumno. Dieciocho años se disiparon en un segundo, una elipsis de media vida que lo hacían volver a las primeras risas con Gerald Durrell, las eternas aventuras a medio escribir y la fuerya de una amistad que nunca pareció muerta, sino dormida.

    Como si de una novela de Ruiz Zafón se tratara, la vida parecía haberle puesto delante de nuevo, después de tantos años, a aquel amigo fiel y sensato, con verdadero amor por la vida y la literatura, del que nunca hubiera querido separarse.

    Ya no eran los mismos. Ya nunca lo volverían a ser. Al filo de esa edad que pone a cada uno en su sitio, que parece congelar el tiempo y la vida para siempre, que te susurra al oído: "lo siento, chaval, pero gastaste todas tus oportunidades", se encontraba virtualmente, gracias a una concatenación de unos y ceros, con una de esas personas a las que nunca dejó de buscar y de las que se sentía orgulloso de poder decir: "éramos amigos; los mejores".

    Por un momento, sólo por un instante, J sintió que volvía a rejuvenecer 20 años.

    JR

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    1. Gracias, Javi

      No te imaginas la alegría de despertarme y leer tus palabras, una alegría tal que ha hecho que me centre primero en el artículo el día para luego, es decir, ahora, poder dedicarme a responderte como mereces.

      Fueron muchas, casi infinitas, las cosas que aprendí de ti. Desde esas veladas tras la cena con la familia y otros animales hasta la mera adoración de una por entonces jovencísima Brooke Shields. Desde lo útil que resulta llevar encima una pila de petaca hasta el aprender a que cada uno es cada uno, en toda su naturaleza, y que la amistad no entiende de nada más que de risas, grandes momentos y estar ahí.

      Fuimos químicos y literatos, aún tengo una cicatriz en la mano por culpa del mechero bunsen y esa manía mía de retorcer los tubos de ensayo al fuego, fuimos enanos y elfos, simples bañistas en la playa y aventureros en busca de... lo que fuera en el parque, o tal vez al fondo de un pozo en una posada de la Tierra Media.

      Corrimos delante de los idiotas, aprendimos a patinar, aunque fuera tarde, y nos convertimos en los goonies gaditanos. Puede que no encontráramos oro, pero tuvimos tesoros más que suficiente en los buenos ratos pasados. Si algo, de todo lo que me enseñaste, brilló por encima de todas las cosas, fue ese ansia por saber, por descubrir y aprender. Esa forma de ver la magia en cada pequeña cosa y de maravillarte por todo lo que el mundo tenía que ofrecernos. Una filosofía que, espero, seré capaz de compartir con mi hija.

      Hoy me has hecho sentir que no todo se ha perdido con la llegada de la pleamar. Un fuerte abrazo, Javi, y si necesitas algo, ya sabes dónde encontrarme: rafadelrioa@hotmail.com

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